- El 80% por ciento de los cardenales del Colegio Cardenalicio, compuesto por 135 electores, fueron nombrados por Francisco y todo indica que la balanza se inclina hacia un perfil reformista y pastoral.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
CIUDAD DE MÉXICO. — La Santa Iglesia Católica se prepara para uno de los momentos más sagrados y trascendentales de su historia reciente: el Cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco.
Más que un cambio de pastor, lo que está en juego es la continuidad o la ruptura del espíritu evangélico que ha caracterizado el pontificado del primer Papa latinoamericano: la opción preferencial por los pobres, el diálogo interreligioso y la reforma de las estructuras eclesiales.
Con un Colegio Cardenalicio compuesto por 135 electores, de los cuales más del 80% fueron nombrados por Francisco, todo indica que la balanza se inclina hacia un perfil reformista y pastoral, acorde con el testimonio del pontífice argentino. No obstante, el Cónclave no está exento de tensiones internas: una minoría conservadora aún poderosa luchará por devolver a la Iglesia a una doctrina más rígida y tradicional.
Herederos del espíritu franciscano
Matteo Zuppi (Italia, 69 años), arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, es sin duda uno de los más cercanos al ideario de Francisco. Conocido por su compromiso con la justicia social y la mediación en conflictos, representa una pastoral profundamente humana, centrada en el diálogo y la compasión.
A su lado, Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años), prefecto del Dicasterio para la Evangelización, resuena como una figura clave en Asia y el mundo en desarrollo. Tagle ha sido el preferido de Francisco, un rostro amable y humilde que se identifica con los más pobres, y que ha sabido hablarle a una Iglesia global con sensibilidad y carisma.
Jean-Claude Hollerich (Luxemburgo, 66 años), relator general del Sínodo sobre la Sinodalidad, representa el ala intelectual y sinodal del progresismo eclesial. Con su visión integradora y su respaldo a comunidades diversas, Hollerich aboga por una Iglesia abierta al diálogo y la participación.
Desde Canadá, Michael Czerny (78 años), uno de los principales colaboradores del Papa en temas de migración y justicia social, simboliza el rostro más solidario y ambientalista de la Iglesia. En una línea similar se inscribe Mario Grech(Malta, 68 años), defensor de una Iglesia más sinodal, consultiva y en constante discernimiento.
El bloque conservador
El sector conservador también llega al Cónclave con propuestas claras, aunque menos numerosas. Robert Sarah (Guinea, 79 años), férreo defensor de la liturgia tradicional y crítico severo de las reformas de Francisco, encarna el ala más dura del catolicismo, con una visión que muchos consideran ajena a los nuevos desafíos del mundo moderno.
Péter Erdő (Hungría, 72 años) ofrece un conservadurismo más diplomático. Con sólida formación teológica y canónica, busca preservar la doctrina frente a lo que llama “las derivas culturales” del Occidente posmoderno.
Por su parte, Marc Ouellet (Canadá, 80 años), aún con el peso de su edad y controversias recientes, representa a los sectores más fieles a los papados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Su perfil conservador, pero menos beligerante que el de Sarah, podría captar consensos entre cardenales que no desean una ruptura frontal con el legado de Francisco, pero tampoco su plena continuidad.
¿Continuidad o restauración?
En medio de esta pugna eclesial, hay quienes representan el punto de equilibrio. Pietro Parolin (Italia, 70 años), actual Secretario de Estado del Vaticano, es un diplomático consumado. De tendencia moderada, su elección podría significar una transición suave entre la reforma y la tradición, sin agitar las aguas ni renunciar a lo esencial.
Los nombres de Carlos Aguiar Retes y Francisco Robles Ortega, ambos mexicanos, también figuran en el Cónclave, aunque sus posibilidades son más representativas de la fuerza pastoral de América Latina que de una candidatura con peso concluyente.
El Espíritu Santo guiará, como en cada Cónclave, los corazones y decisiones de los cardenales. No obstante, el legado de Francisco sigue resonando fuerte en la conciencia eclesial. Quienes han bebido de su fuente —Zuppi, Tagle, Hollerich, Czerny y Grech— parecen tener no solo la bendición del pueblo fiel, sino la oportunidad histórica de continuar una Iglesia samaritana, misionera y misericordiosa.
La Capilla Sixtina volverá a ser el escenario del misterio y la elección divina. Mientras tanto, los fieles del mundo oran por un sucesor que abrace el Evangelio con los mismos gestos de ternura y justicia que Francisco encarnó.