ROBERTO BECERRA
En un mundo donde el dinero susurra secretos, los bancos globales guardan los más oscuros. Imagina un río de billetes, invisible, fluyendo libremente por las venas del sistema financiero, alimentando cárteles, oligarcas y terroristas. No es ficción, es la verdad que los poderosos no quieren que veas. Bienvenidos al submundo del lavado de dinero, donde los trajes impecables de Wall Street y la City londinense se manchan con sangre. Pero esto no termina aquí, aún hay más.
El telón se levanta con los FinCEN Files (son una colección de documentos de la Red de Control de Delitos Financieros de Estados Unidos), filtrados a BuzzFeed News y compartidos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) (2020), una filtración de 2,100 reportes de actividades sospechosas que destapó transacciones por 2 billones de dólares entre 1999 y 2017. Bancos como JPMorgan, HSBC, Deutsche Bank y Standard Chartered movieron fortunas para clientes señalados por narcotráfico, corrupción y terrorismo. ¿La sorpresa? Sabían quiénes eran y aun así giraron la ruleta. Según la ONU, cada año se lavan 2.4 billones de dólares, el 2.7% del PIB global, pero menos del 1% es detectado. Los números no mienten, los banqueros sí. David Lewis, de la Financial Action Task Force, lo admite sin rodeos: “Todos lo están haciendo mal”.
Retrocedamos. En 2012, HSBC pagó 1,900 millones de dólares por lavar 881 millones para cárteles latinoamericanos. Narcotraficantes usaban cajas diseñadas para encajar en las ventanillas de sus sucursales. Prometieron cambiar, pero los FinCEN Files muestran que siguieron sirviendo a estafadores y lavadores. En 2024, siete bancos británicos, incluyendo Barclays y NatWest, compartieron datos con la Agencia Nacional contra el Crimen, identificando ocho redes criminales nuevas. Progreso, dirán algunos. Cortina de humo, digo yo.
El crimen organizado no opera en el vacío. En México, el flujo de dinero ilícito alcanzó 150 mil millones de dólares entre 2004 y 2013, según Global Financial Integrity. En 2023, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EE.UU., reveló que 100 mil millones de dólares del narcotráfico inundan anualmente el sistema financiero estadounidense. “Los bancos son vulnerables porque los narcos usan empresas fantasma”, dijo en una reunión con Rogelio Ramírez de la O. ¿Solución? Más cooperación, más datos compartidos. Pero los peces gordos siempre nadan libres.
¿Por qué persiste? Porque el sistema está diseñado para mirar al otro lado. Los bancos ganan comisiones jugosas, los reguladores aplican multas que son migajas comparadas con las ganancias, y los políticos cierran los ojos. Paul Pelletier, exfiscal de delitos financieros de EE.UU., lo resume: “Los bancos operan en un sistema sin dientes”. Mientras, el dinero sucio sostiene guerras, desestabiliza naciones y alimenta la desigualdad. En América Latina, Colombia y México lideran el Índice Global de Crimen Organizado 2023, con economías ilícitas que superan el PIB de países pequeños. Pero esto no termina aquí, aún hay más.
El suspenso crece. Cada transacción sospechosa es una pieza de un rompecabezas que nadie quiere armar. Los paraísos fiscales, como las Islas Vírgenes Británicas, esconden al 20% de los clientes señalados en los FinCEN Files. Los nombres reales se ocultan tras sociedades anónimas. ¿Quién protege este juego? Los mismos que juran combatirlo. Raymond Baker, de Global Financial Integrity, lo clava: “Es cuestión de voluntad política”. Sin ella, el río de dinero sucio sigue fluyendo.
Los bancos globales no son víctimas, son cómplices. Mientras el mundo arde, ellos cuentan billetes. La lucha contra el lavado de dinero es un teatro donde los villanos escriben el guion. Despierta, lector, el poder está en exigir cuentas, en destapar cloacas. Porque si el dinero habla, la verdad debe gritar más fuerte.
Moraleja Política: En el casino del crimen, los bancos siempre ganan, pero los pueblos pagan la apuesta.