Por KUKULKÁN
DICEN que la historia se repite, primero como tragedia, luego como farsa… y en el caso de Donald Trump, como una telenovela sin fin donde el villano repite líneas con la misma torpeza de siempre. Ahora, en su versión más reciente del show Make America Hate Again, el expresidente de peluquín fosforescente ha soltado a la Guardia Nacional, como si fueran sabuesos del Apocalipsis, en contra de migrantes mexicanos que, para variar, sólo estaban trabajando y viviendo en paz.
DESDE su púlpito lleno de odio, Trump parece olvidar que gran parte del país que tanto presume fue literalmente “construido” por las manos callosas de nuestros paisanos. Olvida que California, Texas, Nuevo México y otros estados no fueron una herencia de sus ancestros puritanos, sino resultado de una “negociación” que huele más a atraco que a un tratado. Pero no, él insiste en su narrativa de villano de caricatura, donde todos los mexicanos son “bad hombres”.
MIENTRAS Trump juega a sheriff del Viejo Oeste, la presidenta Claudia Sheinbaum alzó la voz —sí, aunque algunos la acusen de tibia en otros temas, en este caso fue clara y contundente—: “¡No son criminales!”. Y no, no lo son. Son hombres y mujeres que se parten el lomo recogiendo fruta, levantando edificios, cuidando ancianos y haciendo trabajos que muchos gringos “de bien” no se dignan a tocar ni con guantes de seda.
PERO Trump, en su cruzada medieval, ha revivido las redadas, esas imágenes que parecen sacadas de documentales de persecuciones racistas del siglo pasado. En esta ocasión, 35 mexicanos fueron detenidos en Los Ángeles, como si fueran delincuentes de alto perfil. ¿Su delito? Existir sin papeles, en un país construido por migrantes. Ironías que sólo se entienden en la distorsionada lógica trumpista y seguidores.
POR SI fuera poco, después de las protestas en California —porque aún queda algo de dignidad en el país del Tío Sam—, la respuesta fue enviar a la Guardia Nacional. ¡La Guardia Nacional! Como si se tratara de una invasión, como si nuestros paisanos fueran una amenaza comparable a un ataque terrorista. ¿Qué sigue? ¿Campamentos de detención en masa con uniformes anaranjados y letreros de “indeseables”?
CLAUDIA Sheinbaum, desde San Andrés Cholula, recordó que ciudades como Nueva York y Los Ángeles no serían lo que son sin la aportación de los mexicanos. Y tiene razón. El término “Puebla York” no es un invento romántico: es un reconocimiento tácito de una migración tan numerosa que prácticamente reconfiguró la identidad de barrios enteros. Y no sólo aportan cultura y mano de obra, también millones de dólares en remesas que sostienen economías en ambos lados del río Bravo.
LA RESPUESTA del gobierno mexicano, al menos en el discurso, fue rápida: apoyo consular, contacto con las familias, y la promesa de no dejar solos a quienes tanto han dado. Pero el daño está hecho. Trump, en su búsqueda de votos entre los nostálgicos del supremacismo blanco, ha vuelto a colocar a los migrantes en la mira. Porque para él, no importa que un mexicano haya servido en las fuerzas armadas de EE.UU., ni que haya pagado impuestos por décadas. Si no cabe en su definición de “americano”, entonces es desechable.
Y ES AQUÍ donde el Nido de Víboras saca el colmillo: ¿dónde están los verdaderos aliados de los migrantes? ¿Dónde están los que se llenaron la boca hablando de dignidad durante las campañas, pero que ahora apenas si lanzan un tuit de solidaridad? La migración no es un problema: es una realidad, una necesidad, y muchas veces, una tragedia económica convertida en esperanza familiar.
RESPONDER con armas a eso es no sólo desproporcionado, sino inhumano. Lo que se necesita no es más represión, sino una reforma migratoria integral. Pero claro, eso no da votos fáciles, ni titulares incendiarios en Fox News. Eso requiere voluntad, inteligencia y humanidad. Tres cualidades que, a juzgar por su historial, no caben en la torre dorada de Trump.@Nido_DeViboras