- La Iglesia católica inició ayer un taller con un grupo de unos 70 sacerdotes y laicos provenientes de Guerrero, Jalisco y Michoacán.
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CIUDAD DE MÉXICO.- La Iglesia católica inició ayer un taller con un grupo de unos 70 sacerdotes y laicos provenientes de Guerrero, Jalisco y Michoacán con el objetivo de construir una metodología de diálogo que permita el acercamiento entre párrocos e integrantes de grupos del crimen organizado.
El Arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, explicó en entrevista que el seminario pretende crear un modelo de integración entre autoridades civiles, religiosas y la sociedad civil para contrarrestar la violencia y la inseguridad.
Cuestionado sobre intentos previos al curso de tener acercamientos con grupos delictivos, el ex vicepresidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano reconoció que se han llevado a cabo, pero ahora buscan establecer un modelo.
“Sí, es parte de lo que estamos pretendiendo, aprender a ver cómo hacerlo. Cómo acercarse a ellos (los criminales); parte de este taller es que precisamente tengamos alternativas y tener modelos de diálogo”, explicó.
El Arzobispo detalló que a partir del seminario, que retoma experiencias de países como Colombia, esperan obtener un esquema para acceder al beneficio conjunto, en el que el delincuente se rehabilite, brinden asistencia a las víctimas y alcancen la reconstrucción del tejido social.
Garfias comentó que, desde hace 20 años, un objetivo de la Iglesia católica es alcanzar la paz y recordó que hace al menos una década, cuando era Arzobispo de Acapulco, se hizo visible la necesidad de dialogar con el crimen.
“Cuando estuve metido en el sistema de paz, sobre todo en Guerrero, lo platicamos con algunos de los Obispos y algunos sacerdotes; (decíamos) ya viene el momento en que tenemos que buscar a los delincuentes y ofrecerles acompañamiento pastoral. Ahí quedó nada más, pero ya se veía venir por todas las situaciones que se estaban generando”, dijo.
Los tratos pastorales, explicó, consisten en sostener acuerdos entre delincuentes y religiosos para llevar a cabo las actividades cotidianas de su ministerio.
“Hablar de acuerdos pastorales o de posibilidades es que si, por ejemplo, un sacerdote que tiene su parroquia en la sierra, en el filo mayor en Guerrero, en la montaña, tiene que tener alguna forma de acuerdo con las delincuencias para que pueda ir y venir a realizar su ministerio”, dijo.
El seminario, que tiene lugar en la Universidad Pontificia de México, es auspiciado por la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, el Centro Lindavista y el Instituto para la Paz.
El taller, que finalizará hoy, también contempla generar espacios educativos para suscitar una cultura de paz, el cuidado de la causa común, establecer a las mujeres e impulsarlas como promotoras de paz y generar estructuras para emergencias e imprevistos.
LOS EJEMPLOS
En el documento “Negociando con grupos criminales violentos. Lecciones y recomendaciones de la práctica global”, elaborado por el Institute for Integrated Transitions, se comparten experiencias de negociaciones con delincuentes para “reducir o poner fin a la violencia generalizada mediante treguas, ceses al fuego, desarme y legalización”.
El acercamiento, indica, puede iniciar a través de un actor externo o tercero, donde es frecuente la figura de un activista, líder religioso -tal es el caso de Guerrero- equipo académico, organizaciones civiles o policías.
“En los casos de las pandillas en el estado de Guerrero y el barrio de González en Puerto España, las autoridades religiosas tuvieron la iniciativa”, recoge el documento.