- El caso de Jaime Alanís revive el debate sobre los derechos humanos de los migrantes y la necesidad de frenar operativos violentos.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
ZINAPÉCUARO, MICH.- Tras días de trámites diplomáticos, los restos de Jaime Alanís García, migrante michoacano que falleció al caer de un invernadero huyendo de una redada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés), finalmente llegaron a su natal Huajúmbaro, en este municipio de Zinapécuaro.
El féretro, cubierto de flores blancas y rojas, fue recibido entre lágrimas por familiares, amigos y vecinos que le dieron el último adiós en el panteón municipal. La carroza fúnebre, custodiada por una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública y funcionarios de la Secretaría del Migrante.
El féretro recorrió las calles sin pavimentar en este poblado de apenas unos mil habitantes en el que todos se conocen. El silencio del cortejo contrastaba con la tristeza y la indignación.
Jaime, de 58 años, murió el pasado 10 de julio tras caer de una altura de nueve metros al intentar huir de un operativo de ICE en un invernadero de cannabis legal ubicado en el condado de Ventura, California.
De acuerdo con reportes locales, sufrió múltiples fracturas y pasó sus últimos días hospitalizado, sin poder recuperarse.
Según la organización Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA), los operativos de ICE han aumentado en California, particularmente en industrias agrícolas y zonas rurales, donde se emplea mano de obra migrante.
Aunque las leyes estatales buscan proteger a los trabajadores indocumentados, las redadas federales continúan bajo el argumento de seguridad nacional.
Jaime Alanís emigró hace 18 años a Estados Unidos en busca de una mejor vida para su esposa e hija. Trabajaba como jornalero agrícola, como miles de mexicanos que arriesgan su vida cruzando la frontera para sostener a sus familias desde el extranjero. Su caso se ha convertido en un símbolo del alto costo humano de las políticas migratorias.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), a través del Consulado de México en Oxnard, gestionó la repatriación del cuerpo, que llegó al país el jueves pasado a través del Aeropuerto Internacional de Guadalajara. Sin embargo, la entrega del cuerpo se demoró cerca de 20 horas, desde su paso por la aduana hasta su traslado al municipio de Tlajomulco y de ahí a Michoacán.
El caso de Jaime Alanís revive el debate sobre los derechos humanos de los migrantes, la necesidad de frenar operativos violentos y el abandono que sufren los trabajadores agrícolas indocumentados en Estados Unidos. De acuerdo con datos del Pew Research Center, hay más de 10.5 millones de migrantes sin papeles en EE.UU., muchos de ellos mexicanos que, como Jaime, trabajan en sectores esenciales para la economía norteamericana.
La familia Alanís ha pedido justicia y mayor protección para los migrantes. Mientras tanto, en Huajúmbaro, solo queda el vacío que dejó su partida y el eco de una historia repetida miles de veces. Una historia de sueños truncados, silencios oficiales y despedidas que cruzan fronteras.
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