Ana Martin: la actriz que necesita vivir

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  • Son tantas las películas y telenovelas en las que Ana Martín ha aparecido en sus 60 años de carrera que no tiene la cuenta exacta.
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SAN MIGUEL DE ALLENDE, GUANAJUATO.- Son tantas las películas y telenovelas en las que Ana Martín ha aparecido en sus 60 años de carrera que no tiene la cuenta exacta, pero curiosamente dice que son pocas las veces que ha actuado.

La razón, explica la actriz de 79 años, es que no le gusta actuar; ella necesita vivir los personajes.

Su método lo aprendió de José “Perro” Estrada, a quien refiere como el hombre más importante de su vida, por su manera de dirigirla en los seis filmes que hicieron juntos, en los que siempre se llamó Rosa.

“Me gusta vivir el momentito para traspasarlo más a la pantalla. La pantalla es Otelo. Yo nunca nunca me he visto, eso también me lo dijo Pepe Estrada. Cuando hacía las películas de ‘Bule Bule’ (baile en Acapulco a Go-Gó, de 1967), a los tres días veía algo.

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“Pero en la primera que hice con el ‘Perro’, Siempre Hay una Primera Vez (1971), cuando le pregunté cuándo íbamos a poder ver algo me dijo que un actor nunca se ve, el director decide qué se queda”, recordó, en entrevista.

Martín le ha hecho caso. Afirma que no ha vuelto a ver sus trabajos ni ha dejado de entregarse en cada proyecto, lo que le ha permitido trascender de maneras no obvias.

Sus primeras apariciones en pantalla llegaron a mediados de los 60, uno de los más importantes Acapulco a Go-Gó, que la inmortaliza a sus 20 años.

De la cinta de Arturo Martínez, que ella describió como un melodrama color de rosa, recuerda lo bella que se sentía al bailar al ritmo de Los Rockin Devil’s, pero con Estrada la apuesta fue distinta.

“Después de que me lavó la cara, me pegó el pelo con aceite. Pensaba, ‘¿así voy a salir en la pantalla después de salir toda muy mona y peinada? ¡Me cambio!’, me ves en la película de Pepe Estrada y dices: ‘¿qué pasó?’, es que Pepe me metió en el personaje y fue un personaje maravilloso”, consideró.

El mayor orgullo de Martín son las personas con las que ha colaborado, pues compartió proyectos con figuras de la Época de Oro del Cine mexicano: la dirigieron Gabriel Figueroa, Ismael Rodríguez y Emilio, el “Indio” Fernández, y tuvo escenas con Sara García y los hermanos Soler.

En los 70 tuvo nominaciones al Ariel por los filmes Fin de Fiesta, El Lugar Sin Límites y Los Indolentes, pero el rechazo a lo popular nunca formó parte de ella, y participó también en películas de luchadores, como Blue Demon Contra Cerebros Infernales y Blue Demon Contra las Diabólicas.

CONECTA CON LA AUDIENCIA

Algo que la conectó con grandes audiencias fueron las telenovelas, donde en los 80 pudo estelarizar proyectos tan grandes como Gabriel y Gabriela, La Pasión de Isabela y El Pecado de Oyuki, que de hecho considera los grandes retos de su trayectoria.

“En El Pecado. fueron seis meses que me fascinó a irme a otra cultura, la japonesa. Y en Gabriel y Gabriel, que fue un éxito, hasta canté ‘Dulce Amor’, yo que no canto ni cuando me baño. Me hizo cantar Bebu Silvetti, por él fue que yo gané dinero, porque los cantantes ganan más que los actores.

“Con ‘Dulce Amor’ compré mi casa, gracias al disco que hizo Bebu. De la disquera le hablaron para decirle que tenía que hacer un LP y casi se desmaya porque no podía conmigo. Cuando se estrenó ¡Que Viva México!, vine a la Cineteca y hay un montón de gente que tiene el LP”, compartió.

Tras sumarse a Destilando Amor, Amor Real y Rubí, los melodramas no han dejado de ser parte de su vida y este año apareció en A.mar, Donde el Amor Teje sus Redes. Su trabajo en este formato lo aborda con todo profesionalismo por respeto al público, como siempre le inculcó su padre, Jesús Martínez, “Palillo”.

El cariño es recíproco, ya que la actriz es tan querida por gente joven que las estadísticas de sus redes sociales le indican que la mayoría de sus seguidores tienen entre 17 y 38 años.

Hoy Ana Martín tendrá un homenaje nacional en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF), en Irapuato, donde recibirá la Cruz de Plata y la medalla de la Filmoteca de la UNAM, algo que ha alegrado el corazón de la actriz.

Pero lo que le importa más no es mirar en retrospectiva, sino fijarse en lo que viene, ya que su oficio es su gran pasión.

“¿Qué creen? ¿Que me hablan por teléfono y me ofrecen 10 películas y 30 telenovelas? No, eso no es cierto, tiene que estar tocando puertas, tienes que tener un representante. Aquí hay que luchar todos los días, aquí no es de que ‘ya la hice’, nunca la haces.

“Pero no sólo en el medio artístico, es en lo general de la vida. ¿Un proyecto soñado? El que viene, sea lo que sea”, concluyó la actriz.

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