- Por última vez, la SCJN sesionó bajo el sello de una etapa marcada por el dominio de intereses económicos; el relevo está en puerta y promete un cambio de rumbo en la historia judicial del país.
FELIPE VILLA
CIUDAD DE MÉXICO.- Con una atmósfera cargada de simbolismo y expectativa, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) celebró su última sesión pública plenaria de lo que la izquierda mexicana ha llamado “la era neoliberal”.
Tras más de tres décadas donde los intereses económicos y políticos más poderosos influyeron profundamente en la vida judicial de México, una nueva conformación del tribunal, nacida del llamado proceso de transformación nacional, se prepara para tomar las riendas.
En una especie de despedida institucional, la Corte cerró su ciclo con decisiones polémicas, que reflejan el sello de los tiempos que terminan. En su última sesión, avaló que magistradas y magistrados en Yucatán puedan mantenerse en sus cargos más allá del límite que marca la Constitución mexicana.
También permitió que la presidencia del Tribunal de Disciplina Judicial de ese estado del sureste se decida internamente, sin participación ciudadana alguna.
Estas decisiones no fueron unánimes. La ministra Lenia Batres Guadarrama, una de las figuras que representan la nueva visión jurídica, votó en contra de sobreseer las acciones que impugnaban la duración extendida de los cargos.
Su argumento central para defender su criterio, fue que esas normas aún tienen efectos futuros y no pueden considerarse cosa juzgada. Sin embargo, la mayoría optó por darles carpetazo.
El pleno también validó que los propios integrantes del tribunal elijan a su presidenta o presidente, rompiendo con el principio de elección popular que prevalece a nivel federal. La resolución provocó críticas entre sectores que consideran que se trata de un retroceso en términos de legitimidad democrática.
Como epílogo de esta última sesión, la Corte además desechó por unanimidad cuatro juicios electorales promovidos por personas sin facultades legales para impugnar, y finalmente, declaró válida la elección de las nuevas magistraturas de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, al quedar resueltos todos los recursos interpuestos sin afectaciones al fallo del INE.
Así, entre resoluciones controvertidas y despedidas silenciosas, cerró un capítulo histórico en la Suprema Corte. La nueva etapa promete una transformación profunda en la manera de impartir justicia, con una visión menos alineada al poder económico y más cercana a los principios de soberanía popular. El reloj institucional ya marca una nueva hora.