La fábula del beso y la bofetada

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Por KUKULKÁN

MIENTRAS en Palacio Nacional se descorchaban los brindis diplomáticos por la visita de Marco Rubio —sí, el mismísimo Secretario de Estado de Estados Unidos—, al otro lado del Potomac se montaba un espectáculo digno de carpa: AlejandroAlitoMoreno, presidente del PRI, acudía a Washington a denunciar a México como si fuera embajador plenipotenciario de la derrota.

RUBIO llegó sonriente, con declaraciones que pocos esperaban: “No hay ningún gobierno que esté cooperando más con nosotros que el de México”. ¡Tómala! Ni regaños, ni ultimátums, ni la tradicional cantaleta del “hagan más”. Al contrario, elogios. Y no sólo palabras bonitas: se consolidó un grupo bilateral de alto nivel en seguridad, con intercambio de inteligencia, cooperación contra los cárteles y la promesa de respetar la soberanía mexicana. Todo muy civilizado, muy institucional, muy de adultos que saben de qué hablan.

EL CONTRASTE fue brutal. En suelo mexicano Sheinbaum y Rubio hablaban de resultados concretos —55 capos extraditados, 90% menos arrestos migratorios, delitos de alto impacto reducidos en 32%—, el “líder moral” del PRI se paseaba por pasillos de organismos internacionales suplicando atención. Como vendedor de cremas milagrosas en un tianguis, Moreno ofrecía denuncias de “narco-políticos de Morena” a quien quisiera escucharlo. Spoiler: nadie quiso.

NO ES LA primera vez que la derecha mexicana intenta encontrar en Washington lo que no puede construir en México: credibilidad. Antes fue Lili Téllez, convertida en eco ambulante de teorías conspirativas que ni en Fox News se atrevieron a repetir. Ahora es Alito, quien pretende que en la Corte Penal Internacional le hagan caso con acusaciones que suenan más a novela de narcos que a expediente serio.

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EL TIMING es lo más divertido. Mientras Rubio y Sheinbaum se daban la mano y hablaban de respeto mutuo, Moreno denunciaba “persecución política” en la OEA. Es decir, el gobierno estadounidense elogiando al de México por resultados en seguridad… y el PRI pidiendo auxilio porque “lo persiguen”. Algo así como que el maestro felicite al alumno por pasar con diez y el compañero envidioso vaya a la dirección a decir que le copiaron.

RUBIO, que no suele regalar halagos gratuitos, dejó claro que hay entendimiento y resultados. Que el combate al fentanilo es prioridad compartida, que habrá cooperación sin intervencionismo y que la relación bilateral pasa por un buen momento, pese a tensiones migratorias y comerciales. Para el gobierno de Sheinbaum, fue un espaldarazo mayúsculo.

¿Y ALITO? Pues terminó como esos personajes que llegan tarde a la fiesta, hacen un berrinche porque no los invitaron a bailar, y terminan en la esquina, gritando que la música está desafinada. Su gira por Washington fue un acto desesperado, un intento de robar reflectores que se apagó antes de prender. La prensa internacional ni lo peló, las agencias lo escucharon por cortesía, y en México sus palabras sonaron a eco vacío.

EN POLÍTICA, las formas importan. Sheinbaum mostró diplomacia, resultados y firmeza al decir “cada quien actúa en su territorio”. Rubio lo entendió y lo aplaudió. Moreno, en cambio, eligió la ruta del ridículo: pedir intervención extranjera, denunciar conspiraciones y posar como víctima. Nadie lo tomó en serio.

LO CIERTO es que, mientras el gobierno federal suma puntos en la arena internacional, la oposición sigue tropezando con su propio guion de catástrofe. Les urge que a México le vaya mal para que a ellos les vaya bien. Pero la realidad es terca: ni Estados Unidos se compra el cuento de que vivimos en un narco-Estado.

LA CONCLUSIÓN es amarga para el PRI y sus satélites: ante el mundo se está hablando de cooperación, de respeto y de resultados, mientras ellos hacen fila en la embajada para ver si alguien les da una palmadita en la espalda. Si esto fuera box, Sheinbaum salió del ring con un cinturón diplomático y Moreno con una nariz sangrada por andar tirando golpes al aire. En el Nido de Víboras, decimos las cosas como son: Rubio le dio un beso político a Sheinbaum, y Alito, en su desesperación, terminó dándose una bofetada solito.

@Nido_DeViboras

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