José Luis Carrillo Ramos
Lo que inició un 16 de septiembre de 1810 y culminó un 27 del mismo mes de 1821 para librarnos del dominio español, ha dejado de ser un simple y profundo “¡Viva México!” para convertirse en una tribuna masiva utilizada por los presidentes en turno para reafirmar sus estilos e intereses de gobernar.
Se mantiene el acto protocolario inicial, al reconocer a aquellos mexicanos que durante once años dieron la batalla y ofrendaron su vida en aras de lograr la Independencia de México.
Sin embargo, antes del clímax, de las arengas principales que dan por terminado el evento protocolario y previo a levantar la bandera mexicana y tocar la famosa campana de Dolores, los mandatarios —y ahora la mandataria Claudia Sheinbaum Pardo— saben aprovechar el ánimo exacerbado de las miles de personas que llenan el Zócalo capitalino.
Desde el famoso “¡Viva el Tercer Mundo!” de Luis Echeverría Álvarez, pasando por el comentado “¡Viva nuestra soberanía, vivan nuestras libertades, México ha vivido, México vive y México vivirá!” de José López Portillo, hasta el peculiar estilo de Ernesto Zedillo, quien primero tocaba la campana antes de iniciar las proclamas.
Vicente Fox Quesada, por su parte, rompió la tradición histórica en su último año de gobierno al dar el Grito en Dolores Hidalgo, Guanajuato, exactamente afuera de la histórica parroquia. Pero no se vayan con la finta: no fue que al famoso “hombre de las botas y sombrero” y exdirector de marketing de Coca-Cola le hubiera llegado de pronto el amor por México, sino que el Zócalo se encontraba tomado por simpatizantes del entonces excandidato perdedor Andrés Manuel López Obrador.
Ahora que muchos piensan que la presidenta Sheinbaum Pardo ha sido la primera en contar con una escolta integrada totalmente por mujeres que enarbolaban la Bandera de México, conviene recordar que lo mismo sucedió en 2017, cuando el entonces presidente Enrique Peña Nieto lo hizo con cadetes mujeres de la Heroica Escuela Naval Militar.
El Grito de Independencia se ha celebrado de manera casi ininterrumpida en el Zócalo de la Ciudad de México, salvo en ocasiones especiales, como en 2010 por la celebración del Bicentenario, o en 1822, cuando se canceló en señal de luto por los caídos durante la Guerra de Independencia. También en 1847, cuando México se encontraba sometido por el ejército de los Estados Unidos, quienes irónicamente argumentaban que su invasión era para garantizar nuestras libertades.
El Grito del pasado 15 de septiembre sirvió para reforzar lo que estamos viviendo y algunos se niegan a aceptar:
¡Es tiempo de mujeres!
No vimos a un hombre con una mujer de su brazo, vimos a una presidenta acompañada de un “Primer Caballero”, Jesús María Tarriba, cruzar los salones del Palacio Nacional, con una asistencia discreta.
Lejos quedaron aquellos gritos presidenciales en los que abundaban los “invitados especiales”: personajes ligados a la farándula, al deporte, al empresariado o a la grey religiosa.
Antes había dos tipos de fiesta: la de adentro del Palacio Nacional y la del Zócalo capitalino. Cada una con sus invitados, mexicanos iguales, pero distintos. Ahora, la fiesta estaba afuera y nada más.
La noche del 15 de septiembre hasta a la Corregidora de Querétaro le quitaron el apellido de “casa”. Fue presentada simplemente como Josefa Ortiz Téllez-Girón, mientras se lanzaban vivas a otras mujeres destacadas en la lucha de Independencia, como Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra y Manuela Medina “La Capitana”.
La mandataria mexicana tocó la campana en 33 ocasiones, mientras que las veinte arengas que pronunció las hizo de memoria, sin necesidad de tener nada escrito a la vista.
Cada presidente —y ahora presidenta— se ha encargado de que el famoso “Grito de Independencia” refleje sus intereses particulares, sin dejar de lado el motivo principal.
Vaya, se ha convertido en un evento estratégico de propaganda política, aprovechando el reconocimiento histórico.
Lo que se vivió en México fue la reafirmación de que vivimos momentos de y para las mujeres…
¡Aunque muchos sigan sin escuchar y menos sin entender!