Por KUKULKÁN
QUIÉN sabe si fue por pena ajena, por evitar a los medios locales, o por simple instinto de supervivencia, pero lo cierto es que el ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea tuvo que huir literalmente por la cocina al concluir el primer foro de consulta pública sobre la reforma electoral en Quintana Roo. Sí, leyó bien: por la cocina. Como si se tratara de un rockstar en fuga, o peor aún, de un político atrapado en la trampa del desinterés y la desorganización.
EL EVENTO, en teoría, prometía ser un espacio de “diálogo democrático”. A las 12:30 del día, en un salón del céntrico hotel Cristal Urban de Cancún, se suponía que iba a brotar el espíritu participativo del pueblo quintanarroense. Media hora antes, el salón estaba lleno y todavía entraba más gente, apretados, de pie, mientras al menos 150 se quedaban fuera. Hasta ahí, parecía que algo grande se cocinaba… pero lo que en realidad se estaba preparando era el caldo de cultivo perfecto para el caos. Empezó a las 13:30
TRAS la inauguración, con la presencia estelar de la gobernadora Mara Lezama y la alcaldesa Ana Paty Peralta, quienes por supuesto se retiraron con prisa diplomática, el salón empezó a vaciarse poco a poco. Como reloj de arena, las sillas se fueron quedando huérfanas. Quedaba claro que el interés duraba lo mismo que la sonrisa para la foto oficial.
ENTRE el público había de todo: funcionarios en activo y retirados, diputados, magistrados, líderes de colonia, asociaciones de abogados y, claro, decenas de estudiantes que prácticamente fueron llevados de la oreja por sus maestros. Porque, seamos francos, ¿qué joven universitario sueña con pasar su tarde escuchando ponencias de cinco minutos sobre financiamiento de partidos o plebiscitos?
NO TARDARON en hacer sentir su aburrimiento: hablaban fuerte, interrumpían y convirtieron el foro en un mercado ruidoso. Tanto, que el propio Zaldívar tuvo que pausar a la oradora en turno —nada menos que la magistrada presidenta de la Sala Regional Xalapa del TEPJF, Roselia Bustillos— para suplicar silencio. El efecto le duró apenas unos minutos: el bullicio volvió a subir como espuma.
LAS PONENCIAS fueron tan generales que parecían sacadas de un folleto de civismo de secundaria: equidad de género, derechos de pueblos originarios, financiamiento de partidos, costo de elecciones, democracia participativa, revocación de mandato, consultas ciudadanas y hasta el voto de los mexicanos naturalizados. Puro menú variado, pero sin sazón ni contundencia.
AHÍ ESTUVO por ejemplo el presidente del Congreso, Renán Sánchez Tajonar, defendiendo las bondades de que las consultas sean vinculantes y accesibles; también el líder de Morena en el Congreso, Jorge Sanén; así como presidentes del Instituto y del Tribunal Electoral del estado. Muchos nombres, sí, pero pocas propuestas concretas. Como si cada quien se hubiera puesto en fila a repetir el guion de “más democracia para todos” sin entrar en la carnita del asunto.
Y MIENTRAS la sala se vaciaba hasta quedar apenas una tercera parte de los asistentes, el pobre ministro Zaldívar seguía cumpliendo con la rutina. Al final, agradeció a los “40 mil” que supuestamente vieron el foro en vivo —aunque nadie sabe en qué plataforma ni de dónde salió la cifra mágica— y a los “500” que dijo haber contado al inicio, aunque a esas alturas apenas quedaban 150 testigos presenciales.
LO MEJOR vino en el epílogo: al intentar salir, Zaldívar fue rodeado por un enjambre de ciudadanos que pedían selfies como si el hombre acabara de salvar la democracia. Entre sonrisas forzadas y un séquito de cuatro asistentes, el ministro llegó a su límite. “La última”, concedió a las solicitantes para luego, como si el libreto ya estuviera escrito, se dirigió directo a la zona de alimentos, entró al elevador de servicio y desapareció rumbo a las habitaciones.
TODO para no tener que usar el elevador principal, donde abajo lo esperaban fotógrafos y reporteros. Un escape digno de un manual de cómo no enfrentar la prensa local. Así fue el estreno de las “audiencias ciudadanas” para la gran reforma electoral de la presidenta Claudia Sheinbaum: un foro que arrancó lleno y terminó vacío, con discursos de cajón, estudiantes aburridos, propuestas recicladas y un ministro que salió corriendo por la cocina.