- Entre sollozos y olor a cadáver, vecinos de una favela del norte de Río de Janeiro recuperaron ayer decenas de cuerpos, un día después del megaoperativo policial más sangriento en la historia de Brasil, con al menos 119 muertos.
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RÍO DE JANEIRO, Brasil.- Entre sollozos y olor a cadáver, vecinos de una favela del norte de Río de Janeiro recuperaron ayer decenas de cuerpos, un día después del megaoperativo policial más sangriento en la historia de Brasil, con al menos 119 muertos.
El operativo, que se produjo una semana antes de que Brasil sea sede de la COP30 en la ciudad amazónica de Belém, tenía como objetivo debilitar al Comando Vermelho, el principal grupo criminal que opera en las favelas.
Las autoridades dieron un último balance de esta acción contra el narcotráfico que dejó escenas de guerra el martes: 119 víctimas, de los cuales 115 eran sospechosos y cuatro eran policías. Además, 113 sospechosos fueron arrestados.
La operación fue un “éxito”, comentó a la prensa el gobernador conservador Cláudio Castro, quien afirmó que las únicas pérdidas por lamentar son de los cuatro uniformados.
Más de 24 horas después del operativo, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva guardó silencio sobre lo ocurrido.
El mandatario izquierdista quedó “horrorizado” con la cantidad de muertos, destacó su Ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, quien viajó a Río y cerró filas con Castro, al ofrecerse a “cooperar para superar lo más rápidamente esta crisis de seguridad”.
Los cadáveres hallados por los vecinos fueron dispuestos cerca de una de las principales vías del Complejo da Penha, una de las zonas donde tuvo lugar la operación policial.
“Hay personas ejecutadas, muchas de ellas con un tiro en la nuca o por la espalda. Esto no puede ser considerado seguridad pública”, dijo el vecino y activista Raull Santiago, de 36 años.
El gobernador Castro negó que las fuerzas del orden asesinaran a inocentes durante la acción policial, fruto de una investigación de más de un año.
Sin embargo, ayer se registraron protestas por uso excesivo de la fuerza y exigencias de renuncia para el mandatario.
Decenas de residentes de las favelas se congregaron frente a la sede del Gobierno estatal gritando “¡Asesinos!” y ondeando banderas brasileñas manchadas de pintura roja.
Organismos internacionales y organizaciones civiles condenaron la operación. El secretario general de la ONU, António Guterres, se mostró “muy preocupado” y pidió una “investigación inmediata” sobre los hechos.
Hasta ahora la actuación más letal contra el crimen en la historia de Brasil era la masacre de Carandirú del 2 de octubre de 1992. Ese día, 111 detenidos fueron asesinados en una intervención de la Policía militar para controlar un motín en ese penal de Sao Paulo.




