- Los datos sobre la abrumadora cantidad de ciberataques que recibe México son variados, pero todos coinciden en algo: son altísimos.
STAFF / AR
CIUDAD DE MÉXICO.- Los datos sobre la abrumadora cantidad de ciberataques que recibe México son variados, pero todos coinciden en algo: son altísimos.
Uno de los más escandalosos fue reportado en 2022 por Fortinet, empresa de ciberseguridad. Son 187 mil millones de intentos de ciberataques en el país, casi seis mil por segundo, y la cosa sólo empeoró con los años.
De enero a junio de 2025, por ejemplo, México registró 41 mil millones de intentos de ciberataques, expuso Arturo Torres, estratega de inteligencia sobre amenazas de FortiGuard de Fortinet, durante una conferencia virtual.
La diferencia con el tercer lugar, Colombia, que registró siete mil millones de ellos, es abismal.
Diez mil pesos es la cantidad estimada por una violación de ciberseguridad en México en promedio, según Andrea Murcia, gerente de seguridad para Latinoamérica en Servinformación.
Es una tecnológica colombiana certificada en el uso de plataformas de defensa como Google Security Operations Platform.
Reconoce que las amenazas como el phishing, una forma de ingeniería social para robar datos bancarios y personales, no permanece en su hábitat digital, sino que sale a la calle.
Su variante más reciente, el Quishing, utiliza códigos QR falsos para lograr su cometido; funciona porque el usuario confía en que el código que escanea lo lleva a un sitio legítimo, explica Andrea Murcia.
Es tan peligroso como sencillo, pues basta que el atacante pegue un QR malicioso sobre uno auténtico en el menú de un restaurante o en un cartel publicitario, y el daño estará hecho.
A esto se suman las redes WiFi públicas; los cibercriminales pueden crear redes “gemelas malvadas” que imitan a las legítimas de centros comerciales o parques para interceptar los datos de quienes se conectan.
El impacto de estas ciberamenazas trasciende lo económico. El daño más profundo es a la confianza.
Para Jorge Flores, director de estrategia y creatividad en DUX Media, consultora empresarial, el retorno de inversión en ciberseguridad no se mide en pesos, sino en la preservación de la reputación.
El uso del código QR, masificado en pandemia, generó confusión al principio en las personas, y después desconfianza por el surgimiento del Quishing.
El reto, comenta Jorge Flores, se agrava por el pecado original del QR, que apareció por generación espontánea, sin una narrativa que lo respaldara. La percepción, además, está fragmentada por la edad.
“Los GenZ son nativos digitales, ellos siempre van a escanear porque constantemente buscan una experiencia, en cambio.
“Los Millennials buscan información y seguridad, mientras que las generaciones mayores son desconfiadas y solo lo usarán si les facilita la vida”, refiere el especialista. Ignorar estas diferencias es hablarle al vacío.
Asegura que si los QR forman parte de tu estrategia, úsalos, solo comunica por qué, para qué y distínguelo del resto, es decir, asígnale un color, el logo de la empresa y acompáñalo de un llamado a la acción redactado en forma clara.
Frases como “Este link es seguro” o “Tu información está a salvo” pueden parecer triviales, pero en un entorno de desconfianza, funcionan como un ancla psicológica, aclara el directivo.
Esta labor de comunicación no es solo digital. Jorge Flores subraya la importancia de la capacitación del personal en el punto de venta.
Un empleado que valide la autenticidad de un código se convierte en un puente humano entre la tecnología de la empresa y la incertidumbre del cliente.
Esta estrategia de comunicación no solo es útil para organizaciones con fines de lucro, también para colectivos de activistas o iniciativas sociales, que a menudo dependen de la comunicación en el espacio público.
Aunque no tengan presupuesto para grandes campañas, su enfoque debe ser el mismo: generar confianza.
Jorge Flores recomienda que estos grupos muestren el factor humano detrás de sus proyectos, que utilicen plataformas digitales seguras y que comuniquen con total transparencia su intención.
“Lo importante de los QR es que se sienta humano. Si tú lo ves como una máquina, no hay conexión”, explica.




