La marcha “ciudadana” que olía a naftalina

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POR KUKULKAN

EN ESTE país donde hasta las conspiraciones vienen con logo y patrocinador, la más reciente marcha “juvenil y espontánea” terminó oliendo —como no— a naftalina política, a manos temblorosas de viejos dirigentes que todavía creen que el TikTok es un medicamento para la tos. 

LA protesta, presentada con orgullo como un “levantamiento generacional”, terminó siendo el déjà-vuperfecto de la eterna oposición reciclada: los mismos de siempre intentando disfrazarse de generación Z… con un filtro que no les favorece.

Y ES QUE la derecha mexicana descubrió súbitamente que existen los jóvenes. Y, más importante aún, que esos jóvenes pueden ser útiles si se les viste con una bandera de One Piece y se les pone a marchar, mientras un ejército de bots hace el resto. El bloque opositor, siempre tan creativo, desempolvó sus viejas redes de ‘troles’pagados, sus videos épicos de Emilio Álvarez Icaza y las arengas de Guadalupe Acosta Naranjo, ahora entusiastas promotores de la resurrección del PRD en forma de “nuevo” partido político. ‘Nada como la nostalgia para ignorar la realidad’.

CON SU CLÁSICO tono de víctima incomprendida, Acosta Naranjo aseguró que su participación y la de los políticos “no mancha” el movimiento juvenil. Claro, porque nada dice “autenticidad generacional” como una marcha dirigida por señores que llevan décadas sin subirse a un microbús. Pero él insiste: “todos los mexicanos tenemos derechos constitucionales”. Y sí, también tienen derecho a intentar colarse en cualquier protesta para tomarse la foto. A esa comitiva se sumaron figuras conocidas por su afinidad azul, como Max Kaiser —ex funcionario calderonista que más que caminar, desfilaba—, influencers panistas como Miguel de Samaniego y “Kike” Mireles, un ex candidato priista y hasta operadores de Movimiento Ciudadano. Un carnaval multipartidista que sólo coincidía en una cosa: ningún joven los invitó.

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LA MARCHA también atrajo a personajes que se autodenominan “libertarios”, como Arturo Herrera, ferviente fan del empresario Ricardo Salinas Pliego. Ese mismo Salinas Pliego que, recién molesto porque la Suprema Corte le exigió pagar impuestos como cualquier mortal, decidió lanzar insultos desde su cuenta de X… Porque cuando eres millonario y te piden cumplir la ley, lo más lógico es incendiar las redes.

PERO la trama se pone mejor: la bandera pirata del anime One Piece se convirtió en estandarte del movimiento. Un símbolo que, según cientos de jóvenes genuinos, fue robado y manipulado por políticos que no distinguen a Luffy de una mochila escolar. Y no es metáfora: la metadata del famoso manifiesto compartido por “Generación Z México” reveló que fue creado por la agencia Monetiq, experta en monetizar medios de ultraderecha y con domicilio fiscal vinculado al ex diputado priista José Alfredo Femat Flores. ¿Espontaneidad juvenil? Siii, cómo no.

“ES UNA BURLA”, lanzó un universitario con cartulina en mano, al tachar los logos de todos los partidos. Y qué razón tiene: en One Piece, los falsos piratas también son exhibidos. Aquí, la diferencia es que los falsos piratas traen credencial del INE… de 1994. Los jóvenes que sí marcharon pidieron algo distinto: que se vaya toda la clase política, completa, sin importar colores. Que dejen de nombrar siempre a “los mismos güeyes” que no saben lo que es esperar un microbús bajo el sol o viajar una hora en metro. Y que, mientras la élite se pelea por quién grita más fuerte en redes, la reducción de la jornada laboral sigue guardada en algún cajón del Congreso.

EL CONTRASTE en el Zócalo fue grotesco. Mientras unos encapuchados jalaban vallas metálicas frente a Palacio Nacional, desde atrás algunos coreaban el Himno Nacional y otros gritaban “El que no brinque es Claudia”. Entre la Virgen de Guadalupe estampada en cartulinas, señoras recordando la campaña de Xóchitl y gritos misóginos lanzados al aire, la marcha terminó pareciendo más mitin opositor que protesta ciudadana.

Y AÚN ASÍ hubo voces sensatas. Personas que simplemente exigen seguridad, justicia y un país que deje de sangrar. Jóvenes que no quieren partidos, señores que sí los quieren de regreso, profesores que solo piden ser escuchados. Toda una mezcla que evidencia la tragedia de fondo: mientras la oposición insiste en usar cualquier causa como plataforma electoral, la gente de a pie sigue marchando porque tiene miedo. La derecha intentó teñir la protesta de rosa, pero el tinte no agarró. Porque por más que lo intenten, la juventud no es un accesorio que pueda rentarse para la foto. Y esta marcha lo dejó claro: si algo sobró fueron políticos y añosos simpatizantes de ellos ‘disfrazados de piratas’; lo que faltó fue honestidad. Y de esa, en la oposición, no quedan ni migajas.

@Nido_DeViboras

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