- Las fuertes lluvias aumentan los riesgos para quienes -sí o sí- deben trabajar en la vía pública.
STAFF / AR
CIUDAD DE MÉXICO.- Las fuertes lluvias aumentan los riesgos para quienes -sí o sí- deben trabajar en la vía pública.
Conductores, que en su mayoría entregan comida a domicilio en motos, enfrentan desde el suelo resbaloso y la reducción en la visibilidad, hasta infraestructura en malas condiciones y baches ocultos bajo el agua.
Luis Ángel lleva siete años como repartidor y, aunque intenta cuidarse porque está consciente de los riesgos de conducir en una tormenta, la posibilidad de obtener ingresos adicionales lo ha llevado a arriesgarse.
No tiene otra forma de generar ingresos, por lo que parar no es opción.
“Es más que nada la necesidad. Aquí nosotros, si no trabajamos, no ganamos, no comemos. En esta temporada de lluvias en alguna parte sí es algo un poco mejor, sí nos beneficia porque suben las tarifas, pero también es mucho mayor el riesgo.
“En moto no vemos los hoyos, nos caemos. Aparte de que la gente maneja más loca. Son muchas cosas, por una parte a nosotros nos ayuda porque ganamos más, pero pues también nos arriesgamos en todas esas partes”, agregó.
Debido a que su trabajo no es un empleo formal, con prestaciones o salario fijo, los repartidores están condicionados a que las empresas de aplicación a las que se conectan les brinden apoyo en caso de algún hecho vial durante los traslados.
Sin embargo, señala Luis Ángel, quienes sufren lesiones graves enfrentan gastos que no se cubren con lo que llegan a ganar.
Y con el tiempo, añade, ha aprendido a ignorar a clientes que pese a las tormentas exigen rapidez.
“Muchas veces no son conscientes de toda esa situación en el que nosotros estamos exponiéndonos para que los alimentos de las personas lleguen a su lugar, hay clientes que no son considerados, otros que sí.
“Mi seguridad vale más que todo el dinero del mundo, es un volado, te arriesgas, te pasa algo”, añade.
Por una entrega de más de 3 kilómetros llegan a pagar al repartidor de 15 a 19 pesos en promedio y a veces, lamentan, durante lluvias esa tarifa se mantiene.
“Cuando llueve es cuando más pide la gente, ya no sale y empieza a pedir, no es que no paremos, claro que el riesgo de repartir es inminente, siempre y cuando pues hay que tomar las precauciones necesarias, pero el trabajo ahí está”, agrega Erick Hernández, repartidor desde hace ocho años.