- Invitado por la senadora Anahí González, el campeón de la UFC Alan “Nuguette” comparte su experiencia en Villas Otoch Paraíso.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
CANCÚN, Q. ROO.- El calor de mediodía no fue impedimento para que decenas de familias se dieran cita en el Parque VOP del Mercado LA’KIN, en Villas Otoch Paraíso. Niñas, niños y jóvenes —muchos con la mirada curiosa, otros con guantes improvisados y camisetas deportivas— esperaban la llegada de un campeón. Cuando apareció el peleador brasileño de la UFC, Alan “Nuguette” Patrick, los aplausos rompieron el murmullo de la multitud.
La escena era poco común: un campeón de artes marciales mixtas pisando uno de los barrios más populares de Cancún, no para una exhibición privada, sino para compartir, enseñar y motivar. La anfitriona, la senadora y fundadora de Morena, Anahí González, caminaba entre los asistentes saludando y agradeciendo su participación. “Un campeón no solo se mide por los triunfos en el octágono, sino por su capacidad para inspirar a otros a superarse”, dijo al tomar el micrófono, mientras detrás de ella los niños imitaban movimientos de defensa con entusiasmo.
El seminario comenzó sin formalismos: Patrick se quitó los zapatos, pisó el tatami improvisado y con una sonrisa franca empezó a mostrar técnicas básicas de defensa personal. Entre cada demostración, contaba anécdotas de su carrera y de cómo el deporte lo salvó de la violencia y la pobreza en su natal Brasil. Su mensaje era claro: “La disciplina es el primer paso para cambiar tu destino”.
En torno a la lona, madres y padres observaban atentos, grabando con sus celulares, mientras los pequeños intentaban replicar las llaves y movimientos del campeón. “Es bonito que traigan este tipo de actividades aquí”, decía una vecina. “A veces lo único que necesitan los muchachos es alguien que los inspire”.
La senadora González, visiblemente emocionada, aprovechó para subrayar que La Revolución del Bienestar —el movimiento social que encabeza— busca precisamente eso: transformar los espacios públicos en centros de encuentro y desarrollo. “Queremos que nuestras juventudes encuentren en el deporte una alternativa de vida”, expresó.
La jornada avanzó entre risas, sudor y mensajes de aliento. Patrick firmó guantes, se tomó fotos con los niños y terminó su participación con una sesión de respiración y meditación, recordando que la mente es tan importante como el cuerpo. El ambiente se tornó más reflexivo: padres y jóvenes escuchaban en silencio las palabras del atleta sobre la importancia de cuidar la salud mental, la constancia y la humildad.
Según la Organización Mundial de la Salud, la actividad física regular puede reducir hasta en un 40% los síntomas de ansiedad y depresión. Pero más allá de las cifras, lo que se respiraba en el parque era una sensación de comunidad: familias completas compartiendo un mismo espacio de convivencia, sin distinciones, unidos por el deseo de bienestar.
Cuando el sol comenzó a caer, el tatami se levantó y los niños corrieron a despedirse del campeón. Patrick, con una bandera de México sobre los hombros, se despidió diciendo en español: “Gracias, Cancún. Sigan luchando”.
Anahí González permaneció un momento más, observando cómo la gente se dispersaba entre risas y saludos. “Esto es el comienzo de algo grande”, comentó. Y quizá tenía razón: este sábado, en medio del concreto y la música de fondo del mercado, el deporte volvió a demostrar que puede ser mucho más que competencia —puede ser también esperanza, disciplina y comunidad.
