Adiós al Sueño Americano: EE.UU. se queda solo con sus monumentos… y su ego

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Por KUKULKÁN

TIMES Square asemeja hoy una escenografía abandonada de una película apocalíptica: las luces aún brillan, las pantallas siguen vomitando anuncios, pero casi nadie las mira. Ni un solo turista asomando la cabeza para una selfie, ni un ¡Oh my God! resonando en la esquina de Broadway. Solo el eco de los pasos de algunos locales apurados, esquivando a los actores de Spider-Man que ahora se toman más fotos entre ellos que con visitantes. La gran manzana se ha podrido un poco.

Y NO ES para menos. El turismo internacional hacia Estados Unidos ha sufrido una caída libre del 9.4% este 2025, una cifra que no se veía desde que se prohibieron los vuelos por pandemia. Pero esta vez no es un virus el que ahuyenta a los turistas: es el inconfundible efecto “Trump”. El presidente ha declarado una guerra sin armas, pero con muchos aranceles a medio planeta (China, Europa, Canadá, México… y los que se acumulen esta semana), mientras en las fronteras los agentes migratorios se comportan como porteros de antro con complejo de sargento. Resultado: el país que vendía libertad ahora repele visitantes como si trajeran sarampión.

SOBRE Central Park, el pulmón verde de Manhattan, los bancos lucen semi vacíos, hasta las ardillas miran a los lados extrañadas y los músicos callejeros han cambiado su repertorio por canciones tristes de jazz, como si estuvieran en un velorio turístico. ¿Los 42 millones de visitantes anuales? Este año tendrán que ser reemplazados por palomas.

VAYAMOS a Las Vegas: la ciudad que nunca duerme parece haber tomado un somnífero. La Strip —ese boulevard de neón y pecado— ha reducido su desfile internacional. El what happens in Vegas ya no pasa, simplemente porque nadie viene. Casinos medio vacíos, espectáculos con butacas libres y croupiers que lanzan fichas con desgano. El juego se enfría cuando no hay con quién jugar.

TAMPOCO se salva Washington, D.C.; en el National Mall, donde desfilan monumentos e historia, los museos del Smithsonian parecen ahora más salas de estudio que puntos de encuentro multicultural. No hay hordas de mochileros japoneses, ni familias mexicanas tomándose fotos con Lincoln. El coloso de mármol está más solo que nunca, quizá reflexionando en silencio sobre esta democracia que en vez de tender puentes, levanta muros.

LOS PARQUES temáticos, esos templos del capitalismo feliz, también reciben su dosis de desilusión. Disney World en Florida y Disneyland en California bajaron sus visitas, y aunque aún registran millones, ya no son el hervidero de idiomas que fueron. Mickey y compañía siguen sonriendo, pero es evidente que extrañan a los europeos con orejas de ratón, a los chinos con cámaras enormes y a los latinos con camisetas de “familia unida”. La magia no es la misma sin diversidad.

EN la naturaleza, la soledad se vuelve literal. El Gran Cañón, que normalmente recibe 4.4 millones de almas asombradas por su majestuosidad, ahora retumba solo con el viento. En Yellowstone, los bisontes dominan sin testigos y en Yosemite, las cascadas caen como lágrimas de un parque ignorado. El Monte Rushmore, ese tótem patriótico, parece mirar con desconcierto desde Dakota del Sur cómo la grandeza estadounidense ya no atrae ni a los más patriotas.

EL daño no es solo emocional. Los números hablan como látigos: 64 mil millones de dólares menos en ingresos turísticos, 18 mil millones menos en gasto de visitantes. Los canadienses, que antes cruzaban como quien va al súper, han reducido sus viajes hasta en un 76%. Los europeos, con un 17% menos de presencia. Y los chinos, aunque más cautos, también empiezan a mirar hacia otros destinos menos histéricos.

¿CONCLUSIÓN? El America First se ha convertido en America Alone. La tierra de las oportunidades ahora es la tierra de los trámites imposibles, las inspecciones humillantes y los mensajes de “no eres bienvenido”. La imagen internacional de Estados Unidos se ha devaluado más rápido que una criptomoneda en caída libre. Y el turismo, ese termómetro de simpatía global, lo confirma. Así que sí, el sueño americano sigue vivo… pero ya no tiene quien lo sueñe.

@Nido_DeViboras

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