- Deuda supone siempre la espera de una retribución o solución a un afectado por las acciones de otro u otra contraparte.
CITLALLI RAMÍREZ CORONADO / AGENCIA REFORMA
CIUDAD DE MÉXICO.- Deuda viene del latín: “Lo que se debe a alguien”.
Deuda, para una profesionista feminista como yo formada desde la economía es una situación que el colonialismo capitalista contrajo con los pueblos de las colonias por motivos de invasión y conquista que permitieron el saqueo de sus materiales naturales y explotación de sus poblaciones humanas.
Por tanto, las deudas económicas, sociales o culturales encierran un asunto ético-político en toda forma de organización social o de ordenamiento de las poblaciones con ciudadanía, ligado a una contraparte, que es la soberanía de los pueblos o grupos afectados, o bien, la libertad de decidir desde las mujeres y los hombres.
Deuda supone siempre la espera de una retribución o solución a un afectado por las acciones de otro u otra contraparte.
En los momentos actuales, donde la subjetivación está a flor de piel, se puede entender que la retribución esperada sea como una nueva forma de no captura de las posibilidades de actuar de las personas, o bien, del compromiso de superación de situaciones socioculturales de subordinación, en la que el conflicto se resuelva por la senda pacífica.
Con este preámbulo puede ser argumentada, con la herramienta analítica de la perspectiva de género, que la “deuda histórica” a las mujeres se entienda como los rezagos u omisiones planteados por los movimientos feministas en el marco de los derechos de la Democracia Moderna a partir de 1945.
Dichos rezagos u omisiones se visibilizan en los reclamos sobre la exclusión nominal y normativa de las mujeres en la Declaración de los Derechos del Hombre desde 1789 y en la Declaración de los Derechos Humanos de 1945.
Hay que comprender que el cambio filosófico, ético y político de hablar con la categoría de “derechos humanos” en plural contiene una capacidad abarcadora de género. ¡La humanidad tiene una nueva manera de visibilizarse! ¡Nos ve a las mujeres en lo universal!, dice la maestra Marcela Lagarde. ¡Humanos y humanas!
El cambio del paradigma cultural de esta nueva conformación humana lleva implícitos dos principios materiales filosóficos-históricos-simbólicos: la diversidad humana y la paridad de los diferentes.
Que se entiendan las críticas radicales sobre los rezagos y las omisiones con este telón de fondo representa un avance, aunque insuficiente, para caminar por veredas de igualdad real.
Vamos por la instalación de estos derechos en plural en las mentes, prácticas y planteamientos de la vida del siglo 21.
La autora es directora del Centro de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL.
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