Huella imborrable de Tomás Boy

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Huella imborrable de Tomás Boy
  • Hay Tigres que dejan huella y su grandeza aún perdura. Tomás Boy fue uno de ellos, y desde ayer su nombre se inmortalizó para siempre.
JUAN CARLOS JIMÉNEZ / AGENCIA REFORMA

MONTERREY, NL.- Hay Tigres que dejan huella y su grandeza aún perdura. Tomás Boy fue uno de ellos, y desde ayer su nombre se inmortalizó para siempre.

El “Jefe” murió anoche a los 70 años en un hospital de la Ciudad de México, a donde había ingresado el sábado por una tromboembolia pulmonar.

Aunque hoy, las nuevas generaciones no tienen presente la rica historia que formó el “Jefe” Boy en los 70 y 80 con los Tigres, las condolencias de la Liga, clubes, ex compañeros y actuales figuras reflejan el legado de Tomás.

Capitán y número 10 de la Selección Mexicana en el Mundial de México 1986, el “Jefe” Boy fue un ejemplo de cómo jugar con elegancia, pero sobre todo con liderazgo y valentía.

“Si se llegara a hacer el estadio nuevo de los Tigres, ojalá tuvieran un espacio para el nombre en un palco o en algún lugar para esta leyenda”, comentó anoche el ex compañero de Boy y ex portero felino Mateo Bravo, en entrevista con TUDN.

En los últimos 10 años, los Tigres han enriquecido su historia, pero toda grandeza tiene sus raíces y Tomás fue uno de los pioneros.

Tras debutar con el Atlético Español en 1972 y luego de un breve paso por el Atlético Potosino, Tomás llegó a los Tigres en 1975.

Ahí su vida cambio para siempre. Ganó la Copa México en 1975, pero se consagró a nivel nacional como campeón de Liga en las temporadas 1977-78 y 1981-82, de la mano de figuras como Gerónimo Barbadillo y Osvaldo Batocletti, con Carlos Miloc como técnico.

Jugó 13 años en los Tigres, en donde anotó 104 goles que lo convirtieron en el máximo anotador del club durante 31 años.

Después de 16 años como futbolista, Boy se retiró en el San José Earthquakes de Estados Unidos y ahí comenzó su carrera como entrenador que incluyó 11 clubes.

En 1997 tomó una decisión que pocos esperaban, al convertirse en entrenador de los Rayados con Jorge Lankenau como presidente, y a pesar de su pasado Tigre, defendió al Monterrey como pocos, e incluso, se le recuerda por aquel fuerte reclamo al árbitro Arturo Brizio por terminar el primer tiempo del Clásico 54 al minuto 44 en el Estadio Tecnológico.

Sus mejores versiones como entrenador las mostró en el Morelia, club al que dirigió en tres etapas, y en el Clausura 2011 se quedó al borde del título de Liga al perder la Final ante los Pumas.

En el Atlas, también hizo un digno papel, y en donde será recordado por salvar al equipo del descenso entre 2013 y 2014.

Tomás vivió sus últimos días en Acapulco, en donde disfrutaba de una de sus grandes pasiones, el golf. Siempre de buen humor y con mucho amor hacia sus hijos Andrés, Luis y Claudio.

QEPD el “Jefe Eterno”.

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