Salvó la vida, perdió la calma en Línea 12

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Salvó la vida, perdió la calma en Línea 12

Tras el colapso de la Línea 12, Patricia ha sido operada varias veces del tobillo, padecía de dolores, inflamación y no podía apoyar el pie.

ALEJANDRO LEÓN / AGENCIA REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO.- Tras un año del colapso de la Línea 12, los problemas no han parado para víctimas directas e indirectas: la tragedia les cambió la vida y les robó la calma.

Ha pasado un año y los miedos parecen no tener fin. El 3 de mayo de 2021, la vida de Patricia Torres cambió para siempre. Esa noche volvía de su trabajo cuando el convoy cayó entre las estaciones Olivos y Tezonco.

Trabajaba como agente de seguridad en el aeropuerto de la Ciudad de México. Ahora depende de un bastón para caminar y no tiene certeza sobre si volverá a caminar como antes.

Ha sido operada del tobillo izquierdo tres veces, luego de la fractura. Hasta hace seis meses, padecía de dolores, inflamación y no podía apoyar el pie lastimado.

Los médicos determinaron que era necesario retirarle un placa y los tornillos que le habían colocado para que sanara la fractura, pues su organismo estaba rechazando las piezas.

La operaron el 29 de octubre de 2021, después vinieron las terapias… y también las advertencias.

Los especialistas le aseguraron que tendrá secuelas, además de que sólo podrá desplazarse con ayuda.

“Me dan rehabilitación en las tinas, terapia física y determina la doctora que quedé con secuelas y que no puedo caminar (sólo) con ayuda de un bastón, si yo no lo hago, afecto mi lado bueno, que sería la pierna derecha, la rodilla”, cuenta Patricia desde su casa, hogar que comparte con su esposo que padece esclerosis lateral amiotrófica y con sus tres hijos menores de edad.

“Todo sigue igual (los problemas familiares), con una grandísima diferencia de que antes yo tenía la capacidad de salir a trabajar, donde sea, de lo que fuera, a donde fuera, yo me sentía capaz, ahora ya no. ¿Quién me va a dar trabajo con una discapacidad?”, cuestiona.

Y en lo emocional, un año después sigue con miedo. No soporta escuchar gritos y tiene que dormir con la luz prendida.

“(Tengo) mucho miedo de salir a la calle, mucho miedo a la oscuridad, mucho miedo a los gritos, son tantas cosas, lo principal es cuando me duermo, la luz prendida siempre, una luz siempre tiene que estar prendida, no tolero la oscuridad”, se lamenta.

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