Temen cubanos derrumbe de edificios

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Temen cubanos derrumbe de edificios
  • Las primeras lluvias de este mes provocaron en La Habana 146 derrumbes parciales de edificios y dos totales, incluso la muerte de un hombre.
STAFF / LUCES DEL SIGLO

LA HABANA, CUBA.- El mayor temor de Elisa Bacyán es que ella y su hija puedan morir bajo los escombros del edificio donde residen.

Esta ama de casa de 51 años vive con su hija de 12 años en uno de los 700 edificios de La Habana reportados en estado crítico.

Al cierre de 2020, 37 por ciento de las 3.9 millones de viviendas del país estaban en un estado técnico regular o malo, según estadísticas oficiales.

“Nosotros nos acostamos con el temor de no amanecer”, declara Bacyán, una de los 300 inquilinos del “Edificio Cuba”.

El inmueble de seis pisos, construido en 1940, consta de 114 pequeñas habitaciones que albergan a 92 familias, publicó la agencia AFP.

De lo que fuera un elegante hotel ahora quedan pisos hundidos, escaleras destrozadas, grietas y filtraciones por doquier.

“(El ‘Edificio Cuba’) Tiene daños estructurales desde los cimientos hasta la cubierta, y no es recomendable que vivan personas ahí porque van a seguir ocurriendo derrumbes parciales”, asegura un experto en construcción civil, que prefiere mantener el anonimato.

En el deterioro de este y otros inmuebles de La Habana incide la construcción de “barbacoas (entrepisos)”, nuevos baños y tanques de servicio, que aumentan sustancialmente las cargas del edificio.

Los derrumbes se incrementan en la temporada de huracanes, que va de junio a noviembre. Las primeras lluvias de este mes provocaron en La Habana 146 derrumbes parciales y dos totales, y la muerte de un hombre, según medios oficiales.

Tras las últimas tormentas, las alarmas se encendieron en el “Edificio Cuba”.

Desde hace un lustro, Francisca Peña, de 54 años, lidera gestiones para que las autoridades “tomen cartas en el asunto”.

“Hemos agotado todas las vías posibles y no tenemos respuesta”, explica.

Peña, que duerme vestida por si tiene “que salir corriendo”, cuenta las veces que todos han salido despavoridos a los pasillos “ante un estruendo” en el inmueble.

“Tengo ojeras, no duermo, vivo pendiente a si se cae un cacho”, dice Luvia Díaz, una trabajadora social de 50 años, que vive hacinada en el último piso con su pareja, tres hijas y un nieto.

Las intensas lluvias de comienzos de este mes hicieron que un bloque del techo de su cuarto se desplomara y cayera sobre una cama.

“Si mi hija hubiese estado durmiendo, hubiese sucedido una tragedia”, inidca.

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