Llena Rosalía el Auditorio Nacional

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Llena Rosalía el Auditorio Nacional
  • La Rosalía hace retumbar el Auditorio Nacional y pone a perrear a cerca de 10 mil personas que agotaron el boletaje de aquel recinto.
MAURICIO ÁNGEL / AGENCIA REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO.- En el abecedario de Rosalía, la “M”, antes de ser de Motomami, es de México.

Ruge una moto: ¡vrrrum, vrrrum!, mientras “La Rosalía” sobre el escenario del Auditorio Nacional monta la suya, humana, formada por sus ocho bailarines. Una perfecta analogía del arranque de su Motomami World Tour fuera de España, pues anoche demostró que sabe manejar incluso la pasión mexicana.

La española prácticamente pasó de cero a mil kilómetros por hora en un segundo. Nunca había estado en la Ciudad de México, pero desde que inició su concierto, con boletaje agotado por 10 mil fans, de acuerdo a los organizadores, la velocidad no paró.

“México, ¿qué dice? México, ¿qué dice?”, saludó al entonar su tema “Saoko” para comenzar el show, con todo mundo de pie para alabarle cada movimiento, gesto flamenco y hasta el gesto despectivo que hizo en “Bizcochito“, ya usual y parte de su performance.

“Mira, mira, quiero que sepáis que estoy muy ilusionada de tocar aquí. Esta es la primera vez, así que es muy fuerte para mí llegar y ver estoy lleno, que sois 10 mil personas, que me tenéis el corazón robado, porque me habéis recibido de esta manera. Estamos todos muy felices de tocar para vosotros y de actuar aquí hoy. De verdad que sí”, reconoció.

Al menos cinco peluches del Doctor Simi le cayeron en el escenario y ella los recogió, los abrazó, emocionada, pese a que le parecía ajena a la nueva moda de los fans mexicanos de lanzar esos muñequitos a los artistas en sus conciertos.

En el abecedario de Rosalía, la "M", antes de ser de Motomami, es de México.

Como respuesta, ella se sentó en una silla de peluquería y se cortó las trenzas falsas, para luego aventarlas a la gente. Antes ya se había lanzado a sí misma, pues bajó del escenario para cantar entre el público. Literalmente les cedió el micrófono.

“¡México, así mejor, despeinada!”, dijo, pero en lugar de seguir con el ritmo enérgico, se sentó al piano y sola interpretó “Hentai”, una balada que la gente coreó de principio a fin.

Prácticamente no había producción, pues sólo se acompañó de ocho bailarines, ya que la energía que los nueve desprendieron en el escenario bastaba y sobraba para llenarlo con desplantes, pisotones y gestos flamencos.

Cada vez que movía las caderas, la gente enloquecía, pero al ser su disco Motomami una fusión entre baladas, pop, ritmos españoles y hasta urbano, hubo de todo. Ella coreó hits del reguetón como “Perdóname” de La Factoría y “Gasolina”.

Hasta hubo algo similar a clases de preescolar, pues ella puso a recitar a la gente el abecedario. Los mexicanos lo sabían tan bien que la española los felicitó por estudiar tanto y los aprobó.

Su faceta cantaora también lució cuando entonó el capítulo 4 de su aclamado álbum El Mal Querer, “De Aquí No Sales”, un conectó con “Bulerías”, la canción flamenca de su nuevo álbum.

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