- Vecinos de Ovidio Guzmán, hijo del “Chapo”, no han logrado tener una vida normal desde el jueves 5 de enero que el capo fue arrestado en Sinaloa.
MARCOS VIZCARRA / AGENCIA REFORMA
CULIACÁN, SINALOA.- Los ojos de Mayra están rojos, ella dice que es por no poder dormir. La mujer de 43 años tiene una niña de 6 que desde hace cuatro días llora cada vez que escucha las hélices de los helicópteros y las avionetas.
“Sólo queremos que se salgan (los militares) y que nos dejen en paz, estar como estábamos”, dice mientras sostiene una pancarta con la leyenda “Lo que pasó fue terrorismo”.
La mujer forma parte de un grupo de pobladores de Jesús María, comunidad en donde el 5 de enero fue detenido Ovidio Guzmán, uno líder del Cártel de Sinaloa e hijo del capo Joaquín “Chapo” Guzmán.
Vecinos de Guzmán se trasladaron en dos camiones hacia Culiacán para protestar en el Palacio de Gobierno de Sinaloa.
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El grupo exigió la salida de los militares y de funcionarios estatales de Jesús María y rechazó la asistencia social y de salud que ofreció el gobierno estatal.
El operativo para detener a Ovidio costó la muerte de 30 personas (10 militares y 20 delincuentes), en donde sujetos armados robaron a pobladores al menos 250 vehículos y muchos de ellos incendiados para bloquear vialidades en Culiacán y tratar de que liberaran a Guzmán López.
En tanto que, en la comunidad, el Ejército y la Guardia Nacional prepararon un operativo en el poblado en donde vivía Guzmán y habitantes quedaron atrapados en el enfrentamiento, y después sin energía eléctrica, agua ni red telefónica para evitar filtración de información.
“Nosotros nunca los vimos allá y todo estaba en paz, estábamos tranquilos, sin problemas, sólo fueron cuando necesitaron el voto y alguna que otra vez, pero nada más. Sólo pedimos que se vayan”, insiste la vecina de Ovidio.
Tras manifestarse contra el Ejército y la Guardia Nacional, acusaron que las casas fueron usadas como barreras y barricadas, sacaron a los habitantes de sus hogares y algunos fueron agredidos.
Aseguran que hay al menos 150 personas desaparecidas y que hay cuerpos que siguen sin ser identificados.
“Se metieron a nuestras casas, nos tenían escondidos, debajo de las camas y se robaron cosas”, acusa Carmen, una mujer de 50 años quien dice que sus tres hijos adolescentes vieron cómo sus amigos morían.
Cuitláhuac González, secretario de Salud de Sinaloa, señaló que en Jesús María hay un problema grave de estrés postraumático.
“El día de hoy se enviará una caravana de salud para atenderlos”, dijo.
Sin embargo, los habitantes que protestaron rechazan la ayuda. “Lo que queremos es que se vayan y nos dejen vivir como antes”, señaló una mujer.
—Pero antes estaba Ovidio Guzmán ahí.
“No lo conocíamos, no salía”, dijo.
—Pero ahí estaba.
“Pero el gobierno no y estábamos en paz”, alegó.
César Burgos, psicólogo y coordinador del Observatorio de la Violencia en Culiacán, señaló que el gobierno necesita primero escuchar a los pobladores. “Después de eso, pensar estrategias de intervención”, opinó.
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