NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

SOBRE las arenas movedizas de la política de Quintana Roo, el espectáculo está lejos de ser decepcionante. Las protagonistas, alcaldesas con una sed insaciable de poder y sueños de grandeza, convierten la escena en un episodio digno de la mejor serie de intriga y ambición. Aquí, en este fascinante Nido de Víboras, el deseo de reelección y sueños de gobernar esta maravillosa entidad crece más rápido que la maleza en tierra fértil. ¿Su único abono? La codicia.

MIENTRAS las alcaldesas de siete de los once ayuntamientos, independientemente de los colores que representan, afilan sus colmillos, sus ojos brillan con la visión de un futuro repleto de poder, gloria y, por supuesto, más poder. Esta ambición desmedida no se ve limitada por la falta de resultados visibles, ni mucho menos por un sentido de responsabilidad o servicio. ¡Qué va! El reflejo en el espejo de sus aspiraciones les muestra un camino pavimentado con buenas intenciones… propias, claro está.

ENTRE las damas de Morena que se han dejado seducir por este sueño guajiro, encontramos a Yensunni Martínez Hernández y Mary Hernández, cuya popularidad podría compararse con la de un pez fuera del agua: nula fuera de sus respectivos estanques. A ellas se suma Ana Patricia Peralta de la Peña, con sus ojos puestos en la cumbre del poder estatal, y en la lista no puede faltar Atenea Gómez Ricalde, quien, aunque navega con un perfil más bajo, no escapa a la tentación del legítimo ascenso político.

LA ÚLTIMA en unirse a esta carrera de relevos hacia la gubernatura, sin siquiera haber cruzado la línea de salida municipal, es Estefanía Mercado. En un episodio que roza lo surrealista, se celebró anticipadamente como la próxima gobernadora en un restaurante de la Ciudad de México, sin importar las consecuencias, ni el hecho de que aún no es alcaldesa. Un acto de audacia… o tal vez, de desvarío.

RESULTA que la joven política, sin recato alguno, fue recibida por su gente con los gritos de ¡gobernadora! ¡gobernadora! ¡gobernadora!, lo que corrió como pólvora hasta el Palacio de Gobierno de Chetumal. No se sabe bien a bien cuál fue el desenlace con quien manda en el estado, aunque muchos atribuyen a esa osadía las lágrimas que posteriormente rodaron por las mejillas de Estefanía Mercado el día en que fue sometida a la encuesta como aspirante a presidenta municipal de Solidaridad, y que casi al borde del llanto la llevó a declarar a los medios de información que aún no tenía nada seguro y que en caso de que ella no fuera electa, iba apoyar a la que resultara ganadora o ganador. Al final sí le dieron la candidatura y dicen que también un tremendo regañón.

Y ASÍ, mientras las alcaldesas juegan al trono de hierro, el público asiste, entre divertido y perplejo, a este desfile de ambiciones. La política se convierte en un culebrón donde la codicia es la verdadera protagonista y el poder, el premio final. Sin embargo, en este juego peligroso, la pregunta sigue en el aire: ¿al final del día, quién realmente gobierna para el pueblo? Así, damas y caballeros, mantengan sus ojos abiertos y sus mentes críticas. El espectáculo de la codicia por el poder entre nuestras políticas está lejos de terminar. Y en este espacio, cada movimiento cuenta. ¿Quién será la próxima en ser coronada? Sólo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: en Quintana Roo, el trono nunca se hereda, siempre se conquista… a cualquier precio.

@Nido_DeViboras