NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN LAS ARENAS movedizas de la política mexicana, Chiapas y Guanajuato se convierten no sólo en escenarios de violencia, sino también en tableros de ajedrez donde las figuras más destacadas de la política nacional mueven peones en un macabro juego de desprestigio. En este juego, no se trata de demostrar quién tiene el mejor plan de gobierno, sino quién hace el menos peor desastre. ¡Qué época para estar vivo!

POR UN LADO, tenemos a Guanajuato gobernado por el PAN, ese rincón del Bajío donde las balas parecen florecer mejor que las rosas. El Presidente López Obrador, en una de sus acostumbradas mañaneras, lamentó la violencia que sacude la entidad, como quien lamenta que su equipo favorito haya perdido un partido crucial, pero con una impotencia palpable que no encuentra eco en soluciones. “Muy lamentable lo que sucede en Guanajuato”, repite como un mantra que ha perdido todo significado en su repetición.

POR OTRO LADO, Chiapas gobernado por Morena, ese bello pero convulso estado del sur, se convierte en un campo de batalla tanto para los carteles, como para las ambiciones políticas de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. La primera, detenida por un retén de encapuchados en una escena que parecía sacada de una película de bajo presupuesto, pero que refleja la cruda realidad de un estado donde el miedo es el pan de cada día. Gálvez no pierde oportunidad para señalar con dedo acusador: “Estos retenes son cosa cotidiana… Hoy prácticamente quien manda aquí es la delincuencia”, denunció.

Y MIENTRAS tanto, los ciudadanos asisten como espectadores a este teatro del absurdo donde los actores, en lugar de diálogos constructivos, intercambian acusaciones que resuenan con el eco de las balas. ¿Será que algún día ambos bandos se darán cuenta de que no es suficiente convencer al público de la incompetencia del otro, sino que es necesario demostrar con acciones y no con palabras, que son capaces de recuperar la paz y la estabilidad de estas tierras martirizadas por la violencia?

EN ESTA vorágine de acusaciones cruzadas y campañas negativas, lo que realmente queda en tela de juicio es la capacidad de nuestros líderes para enfrentar la realidad que azota a estos estados. No es suficiente con que Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez utilicen estos incidentes como municiones retóricas en sus duelos verbales. Los ciudadanos requieren, exigen, líderes que reconozcan la profundidad y la complejidad del problema, pero que además ofrezcan soluciones concretas y duraderas.

ASÍ PUES, mientras las campañas se tiñen del color de la sangre derramada, los ciudadanos esperan, con una mezcla de esperanza y escepticismo, que entre las sombras de la política aparezcan propuestas que vayan más allá del desprestigio. Porque, al final del día, el mordaz juego de la descalificación no hace más que dejar un sabor amargo en la boca de aquellos que anhelan un cambio verdadero. Y en este nido de víboras que es la política mexicana, la ironía de nuestros tiempos se muestra en su máxima expresión: en un país tan lleno de vida, los discursos políticos parecen estar más muertos que nunca.

@Nido_DeViboras