Promueven con éxito la inclusión laboral en Nuevo León

163
Promueven con éxito la inclusión laboral en Nuevo León
  • En un panorama ideal, los jóvenes egresan de las universidades y, aunque a veces con algunas dificultades, comienzan una carrera laboral.
DALIA ELENA GUTIÉRREZ / AGENCIA REFORMA

MONTERREY, NL.- En un panorama ideal, los jóvenes egresan de las universidades y, aunque a veces con algunas dificultades, comienzan una carrera laboral.

Pero para aquellos con discapacidad, la situación se vuelve más complicada: apenas un 30 por ciento de esta población cuenta con un empleo de acuerdo con el Programa Nacional de Trabajo y Empleo para las personas con Discapacidad 2021-2024.

En Casa CAI, ubicada en el Centro de Monterrey, trabajan por impulsar la inclusión laboral de quienes viven con discapacidad intelectual.

Antes conocida como retraso mental, la discapacidad intelectual es un término utilizado cuando una persona tiene ciertas limitaciones en su funcionamiento mental, así como en destrezas relacionadas con la comunicación, cuidado personal y destrezas sociales.

Aunque no ha sido sencillo, en Casa CAI han logrado convenios laborales con algunos espacios de la Ciudad y, actualmente, algunos de sus estudiantes ya tienen un empleo.

“Ha sido muy difícil, las empresas no son tan accesibles como dicen”, señala Gabriela Aviña Martínez, encargada del departamento de inclusión laboral en Casa CAI.

“Sí hay más apertura, pero no saben cómo hacerlo y tienen poca disposición a hacer cambios”.

Creada en 2019, Casa CAI capacita a jóvenes con discapacidad intelectual para construir un proyecto de vida, integrarse al mundo laboral y ser independientes.

Tiene su base en que la mayoría de los apoyos a esta población es de asistencialismo, pues se les suele ver como niños sin capacidad de decidir ni tener sueños.

“Estos chavos van creciendo y se convierten en adultos; también se enamoran, se pelean, se enojan, tienen amigos, hobbies y aspiraciones”, apunta Aviña.

“Necesitamos calidad de vida: entre más independientes y autónomos sean más a cargo de sí mismos se van a hacer”.

El programa de inclusión laboral de Casa CAI busca espacios amigables, dispuestos a hacer los cambios que sean necesarios para lograr la inclusión laboral.

Cada caso es diferente; algunos jóvenes se adaptan a empresas más grandes, a otros les queda mejor negocios pequeños y algunos, espacios más controlados.

Inician con pocas horas laborales en un programa considerado como prácticas y el plan es ir aumentando con el tiempo.

Además de hacer los convenios, asesoran en el proceso y mantienen un acompañamiento.

“Necesitamos un mundo donde quepan muchos mundos”, dice Aviña, “donde haya lugar para todos, donde todos quepamos con la diversidad que todos tenemos”.

Oziel Tierrablanca y Linda Sánchez son dos de los estudiantes de esta escuela, quienes tienen un empleo en espacios del centro desde hace un par de meses.

Aquellas empresas o negocios que estén interesados en sumarse al programa pueden comunicarse a través del Facebook: Casa CAI.

UN BUEN PANADERO

“Yo soy un buen panadero”, afirma Oziel Tierrablanca, de 25 años.

Desde noviembre, el joven se desempeña como ayudante de panadero en Breadbox, una panadería ubicada en la zona de la Basílica de la Purísima, en Monterrey.

Cuenta que acude dos veces por semana y, durante su jornada, se encarga de pesar ingredientes y preparar las bases para pays.

Algunas de esas actividades las aprendió en sus clases en Casa CAI.

“Estoy echándole ganas aquí en esta cafetería”, dice sonriente.

“Ando más contento, más atento, más concentrado de lo que me están enseñando”.

El chef Óscar Márquez, jefe de cocina, describe a Oziel como una persona muy amable y siempre dispuesto a trabajar, que llegó con buenos conocimientos básicos en panadería y ha aprendido a una gran velocidad.

También comenta que es la primera vez que integran a una persona con discapacidad en el equipo y, aunque al principio pensaban que sería muy complicado, sólo tuvieron que adaptar la manera en que trabajan y algunos espacios del lugar.

“Debido a la marcha de trabajo y todo el estrés, al principio uno dice: ‘No podría’, pero ya estando sobre la marcha y viendo la manera en la que trabajan no es diferente para mí, es como trabajan los demás”, comenta el chef.

“Creo que muchas empresas deberían sumarse a este tipo de actividades de integrar a la gente a sus equipos de trabajo”.

AL CUIDADO DE LOS LIBROS

En sus jornadas laborales en la Casa del Libro de la UANL, Linda Sánchez es la encargada de mantener la organización de los libros que están a la venta.

Pero cuando termina, dice sonriente, aprovecha para ponerse a leer.

“Estoy megaemocionada porque todo esto es muy divertido”, expresa Linda, de 33 años.

“Me siento capaz para llegar a mi nivel más alto”.

Éste es su primer empleo, al que asiste dos veces por semana desde octubre pasado.

Las actividades que realiza han consolidado un puesto que antes no existía y el plan es ir sumando más responsabilidades relacionadas con la promoción de la lectura.

“Hace todo lo que se pide, todo lo que requiere, no hay nada que no puede hacer”, apunta Antonio Ramos Revillas, director de la Casa del Libro.

“Está contenta, trabaja, cumple sus horarios. Es como cualquier otro empleado de la casa”.

Su jefa directa, Paloma Hernández, destaca que Linda siempre está atenta para acercarse a los clientes por si necesitan ayuda.

Incluso, destaca, les ha dado algunas lecciones laborales que aprendió durante su formación en Casa CAI.

“Yo estaba llorando”, relata Paloma, “y me dijo: ‘Si quieres llorar salte un ratito para que agarres aire y te desahogues.

El trabajo es el trabajo y los problemas se dejan en casa'”.