- Robert Francis Prevost Martínez, de Estados Unidos, es ahora el Papa León XIV.
FELIPE VILLA
CIUDAD DEL VATICANO.- El humo blanco aún flotaba sobre la Plaza de San Pedro cuando ya se hablaba no sólo del nuevo líder de la Iglesia Católica, sino del inesperado giro que tomaría la comunicación vaticana.
León XIV, antes conocido como el cardenal Robert Francis Prevost, de Estados Unidos, se asomó al balcón con la solemnidad del momento… y con la inconfundible destreza de quien entiende que, en el Siglo XXI, los mensajes de fe también deben viajar por cables de fibra óptica y notificaciones móviles.
En sus primeras palabras al mundo católico como Papa, León XIV no habló, conectó. En un discurso breve y sereno, pidió que su mensaje de paz “entre en sus corazones, llegue a sus familias y a todas las personas, dondequiera que estén”.
Las palabras se esparcieron tan rápido como las capturas de pantalla y los hashtags que las acompañaron. La escena era solemne, pero el eco fue digital.
Este Papa no espera a que sus pensamientos sean interpretados por voceros. Los escribe él mismo, los publica, los envía. Y si hace falta, los acompaña con un emoticón de oración en WhatsApp.
La periodista Paola Ugaz reveló lo que parecía un detalle anecdótico, pero que hoy define toda una era papal: León XIV, el Papa que usa emojis. Pero más allá de lo pintoresco, ese gesto resume una estrategia más profunda: conectar con un mundo que ya no se congrega sólo en templos, sino también en redes sociales.
No es novato en esta cancha. Antes de que el Cónclave lo eligiera como sucesor de Francisco, ya había hecho olas en plataformas como “X” (antes Twitter), criticando duramente a figuras como Donald Trump y JD Vance por su visión excluyente del cristianismo.
Una de sus publicaciones más virales fue la que desmanteló la argumentación de Vance sobre el “ordo amoris”, un concepto teológico que el vicepresidente usó para justificar políticas antiinmigrantes.
León XIV, sin rodeos, calificó esa lectura como “equivocada”. No se trataba de una opinión política: era una defensa frontal de los valores cristianos ante su manipulación.
Con esa misma voz firme, pero ahora amplificada por la tiara papal, León XIV parece dispuesto a liderar no sólo una Iglesia de fieles, sino una comunidad global de usuarios.
Donde antes hubo silencios diplomáticos, hoy hay tuits directos. Donde antes las cartas encíclicas tardaban semanas en llegar a sus destinatarios, hoy bastan segundos y un clic para encender una conversación global sobre fe, compasión y justicia.
Su elección no es casual. En un mundo de “fake news”, “influencers” y algoritmos, la Iglesia necesitaba más que un pastor: necesitaba un comunicador. Y León XIV, con su combinación de espiritualidad tradicional y pericia digital, parece entender mejor que nadie que el Evangelio no pierde fuerza al volverse viral; al contrario, se multiplica.
La misión no será fácil. Hay quienes ya levantan cejas ante un Papa que habla de migración mientras responde mensajes en tiempo real. Pero si algo ha dejado claro en estos primeros días, es que no teme a la controversia, siempre que la causa sea la justicia.
En la era de los papas mediáticos, León XIV da un paso más: no sólo entra en los medios, los domina. Con un emoji, un mensaje claro y la convicción de que la fe también se expresa con un “amén” enviado desde un “smartphone”. Así empieza su pontificado: con las puertas del Vaticano abiertas al mundo… y las ventanas del chat también.