Sergio León Cervantes
En los próximos cinco años, Quintana Roo tiene el potencial de además de ser la joya turística de México, convertirse en un eje logístico, tecnológico y productivo del sur-sureste.
Pero ese salto exige visión, planeación, decisión política y empresarial.
Según el INEGI, en 2024 el estado creció 5.2%, pero el 77% de su economía sigue concentrada en servicios turísticos y más del 60% de su población ocupada trabaja en la informalidad.
Mientras tanto, el sur del estado —especialmente Chetumal— presenta rezagos estructurales: el ingreso per cápita es 40% menor que en Cancún.
México captó más de 36 mil millones de dólares en IED en 2024, pero sólo el 4% llegó al sur.
El nearshoring es una ola que no debemos dejar pasar. Incentivar sectores como la logística, la industria ligera y los servicios digitales no implica renunciar a recaudación fiscal.
Al contrario: activar una base productiva que hoy no existe fortalecerá las finanzas públicas del estado y del país, diversificará el PIB y generará empleos formales y contribuyentes reales.
El Recinto Fiscalizado Estratégico de Chetumal debe convertirse en punta de lanza para el comercio con Centroamérica y el Caribe.
Si se acompaña de infraestructura, conectividad y certeza jurídica, puede detonar un nuevo ecosistema económico.
Quintana Roo necesita menos dependencia y más estrategia. Es hora de apostar por la productividad, no sólo por el turismo.
El futuro no es sólo una promesa: es una decisión.
¡Hasta la próxima semana, con nuevos retos y oportunidades!
Sin miedo a la cima, que el éxito ya lo tenemos.
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