Por KUKULKÁN
EN TABASCO, donde el calor es sofocante y la política igual de pegajosa que el sudor en la frente, las escobas están en plena faena. Según el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, se han detenido a “objetivos prioritarios” del grupo delictivo La Barredora, esa simpática organización criminal que, según documentos oficiales, estuvo más cómoda que ventilador en oficina de gobierno durante la administración del hoy senador morenista Adán Augusto López Hernández.
DURANTE la mañanera, ante la presidenta Claudia Sheinbaum, Harfuch se despachó con datos que, en cualquier otro contexto, serían para aplaudir de pie: captura de figuras como Carlos Tomás “N”, Francisco Javier “N” alias El Guasón y Adrián “N”; además de Ulises “N” alias El Pinto, señalado como uno de los líderes de La Barredora y experto en el turismo involuntario… es decir, secuestrar gente. También se le atribuyen extorsiones, trasiego de droga y robo de combustible. Todo un CV criminal que haría palidecer a cualquier villano de Netflix.
LA CEREZA en el pastel es que, gracias a los operativos, Tabasco presume una reducción del 48 % en homicidios respecto a febrero de este año. Un dato que Harfuch soltó con la misma sobriedad con la que uno informa que ya pagó la tarjeta. Claro, las cifras son para celebrar, pero no nos hagamos los sorprendidos: esto no es magia, es limpiar un tiradero que se dejó crecer durante años. Sin duda, el operativo está resultando, pero el elefante en la sala —o mejor dicho, la víbora en el nido— es que Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad en tiempos de Adán Augusto, sigue prófugo.
ESTE fino personaje fue identificado por el Ejército como líder de La Barredora, y, según se dice, operaba tan campante que hasta parecía funcionario de carrera… y lo era. La historia tiene tintes de tragicomedia política. Por un lado, el gobierno estatal actual presume su músculo de seguridad, organizando operativos en Tabasco y hasta en Jalisco para atrapar a los generadores de violencia. Por el otro, los vínculos entre esta red criminal y exfuncionarios de alto nivel siguen ahí, oliendo a archivo viejo que nadie quiere abrir porque podría apestar a más de uno.
MIENTRAS tanto, la presidenta Sheinbaum observa todo con la paciencia de quien sabe que un escándalo interno puede ser un regalo envenenado para la oposición. PAN y PRI ya están afilando el colmillo, buscando aprovechar cada captura y cada dato para recordarle a Morena que la “renovación política” no se lleva bien con los currículums manchados de sangre. En Sinaloa, Harfuch también dio buenas noticias: reducción del 20 % en homicidios tras un año de enfrentamientos entre dos células del Cártel de Sinaloa. Y aunque el dato es importante, en el ajedrez político de la 4T, la jugada fuerte está en Tabasco, donde el pleito entre Javier May y Adán Augusto se alimenta con cada operativo que saca a relucir viejos expedientes.
EL RESULTADO es un escenario que mezcla seguridad y política con la sutileza de un cóctel molotov: capturas espectaculares que fortalecen la imagen de Harfuch como ejecutor eficaz, un gobernador que quiere demostrar que está limpiando la casa, y un senador que preferiría que el polvo se quedara bajo la alfombra. Pero, como buen Nido de Víboras, no podemos dejar pasar la ironía de que hoy se felicite al gobierno por capturar a los criminales… que ayer tenían credenciales oficiales y oficina con aire acondicionado.
Y AUNQUE Ulises El Pinto y compañía ya no estén libres, el verdadero examen será si esta “limpieza” alcanza para que el ciudadano de a pie sienta que su calle es más segura, o si todo quedará en un bonito boletín de prensa para presumir en la mañanera. En Tabasco, las escobas están barriendo fuerte… pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿Quién va a limpiar las manos de quienes permitieron que La Barredora trabajara como si fuera una dependencia más del gobierno?