- La ciencia no sólo se cultiva en los fríos laboratorios o las aulas rígidas; para Aimé Marín Valenzuela, el conocimiento es un acto de rebeldía.
IGNACIO CANUL
MÉRIDA, YUC.- La ciencia no sólo se cultiva en los fríos laboratorios o las aulas rígidas; para Aimé Marín Valenzuela, una joven emprendedora, estudiante de Biología, gestora cultural y artista de burlesque, conocida también como “Miss Rita”, el conocimiento es un acto de rebeldía.
Es un motor de transformación social que debe circular libremente, vincular y fortalecer a la comunidad.
De esta convicción nace el “Tianguis del Conocimiento”, un proyecto que está redefiniendo cómo se percibe y comparte la ciencia en Mérida y Yucatán.
El Tianguis surge, en palabras de sus fundadores, de una inconformidad y una necesidad: la de reconocer que muchas personas no encuentran su lugar en el sistema educativo tradicional, pero sí en la curiosidad y el deseo de comprender el mundo.
Aimé, con una visión crítica, notó las “deficiencias estructurales al compartir la ciencia” y se propuso un camino alternativo: hacer del conocimiento algo “accesible, sensible y transformador” al compartirlo “desde lo humano”.
Para la sociedad de Mérida y la del estado de Yucatán en general, acostumbrada a estructuras más formales, el “Tianguis del Conocimiento” se alza como un espacio disruptivo y vital.
Es una declaración audaz: la ciencia no es un saber elitista, sino un bien común que pertenece “a las calles, los altares, los murales y las conversaciones cotidianas”.
El proyecto de Aimé Marín y sus colaboradores, en alianza con Producciones de Arrabal de La Vero Valenz, es la materialización de esta filosofía; busca divulgar la ciencia de manera lúdica, cercana y participativa, utilizando el arte como su principal cómplice.
En su primera edición, el Tianguis muestra la amplitud de esta visión, reuniendo a científicos, artistas y emprendedores en un crisol de saberes: Ciencia de los Sentidos: Catas y explicaciones sobre fermentación a cargo de @pulquechenkuxtal, @kimiya y @rigveda, explorando pulque, hidromiel y kombucha.
Así como conocimiento local y aplicado, por parte del biólogo Román Becerra a través de taller “Quehacer oceanográfico”, mostrando la dinámica de esta disciplina en la costa yucateca.
O bien, la fusión de tradición y saber a través de un altar interactivo que une la memoria colectiva con conceptos de combustión y partes del esqueleto.
Y Arte, Placer y Crítica Social: Con una visión dirigida al público adulto, tiñendo la noche de burlesque a cargo de la propia Aimé Marín (Miss Rita), stand-up de serpientes con el biólogo Luis Díaz-Gamboa, y cabaret ambiental con “La Demonia del Mar” (Luz Ramírez), demostrando que temas como el placer, la educación sexual o la ecología pueden abordarse con picardía, información y crítica social.
El proyecto de Aimé Marín Valenzuela no es sólo un evento, es un modelo de resistencia cultural en una región donde la autogestión y la vinculación comunitaria son cruciales.
Por ello, el “Tianguis del Conocimiento” significa la democratización del saber, rompiendo la barrera entre el experto y el ciudadano, haciendo que la oceanografía, la biología o la química de la fermentación sean temas de charla cotidiana.
De modo que la visibilización de talentos locales ofrece un escenario para que jóvenes científicos, artistas y emprendedores yucatecos compartan su trabajo fuera de los circuitos académicos tradicionales.
Así como el fortalecimiento del tejido social con actividades como el mural comunitario y los espacios de discusión buscan explícitamente “fortalecer el tejido social” e incentivar la reflexión y el asombro colectivo.
Y ya calmadas las aguas del burlesque, el erotismo y el activismo (como el performance por Palestina), el Tianguis demuestra que la ciencia se entrelaza con las luchas sociales, la identidad y la historia del cuerpo.
Para Aimé, gestora, científica y artista, el mensaje es claro y contundente: “El Tianguis del Conocimiento es un recordatorio de que aprender también es una forma de resistir”.
Su rebeldía es la convicción de que el saber no debe “acumularse”, sino “compartirse”, para que la comunidad entera se fortalezca y transforme su realidad.
En el corazón de Mérida, Aimé Marín ha encendido una mecha de curiosidad y participación que promete cambiar el rostro de la divulgación científica en Yucatán.