- La poeta Gioconda Belli, exiliada y despojada de su ciudadanía nicaragüense, expresó su deseo de que México recupere la solidaridad que antes mostró con su país.
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CIUDAD DE MÉXICO.- Forzada a un segundo exilio de su Nicaragua natal y despojada de su ciudadanía, la poeta Gioconda Belli hizo votos porque México recupere la solidaridad que alguna vez exhibió con su país, cuyo régimen actual califica como una dictadura.
En su discurso de aceptación del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español, pronunciado este martes en el Palacio de Bellas Artes, la autora recordó que México fue su refugio en 1975, cuando la dictadura somocista la orilló a su primer exilio.
“Entonces viví varios meses aquí: mi primer puerto seguro, cuna de un movimiento de solidaridad magnífico que contó con el apoyo de grandes mexicanos como Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska y muchos más”, recordó.
“Incluso, el Gobierno de José López Portillo encabezó una ofensiva regional para aislar a (Anastasio) Somoza y rompió relaciones diplomáticas con su Gobierno el 20 de mayo de 1979”.
Destacada militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional hasta 1993, Belli (Managua, 1948) es una de las voces más prominentes que denuncian la traición y la usurpación del poder por parte del ex guerrillero Daniel Ortega y de su esposa, Rosario Murillo, hoy copresidentes del país.
“El legado y la dimensión simbólica de la Revolución Sandinista son hoy la mampara tras la que aún se esconden los actuales gobernantes de Nicaragua.
“Y todavía hay quienes los apoyan a pesar de los crímenes y las violaciones de derechos humanos ampliamente documentados, que demuestran que mi país ha vuelto a ser una dictadura, igual o peor que la de Somoza”, denunció.
Aunque no se refirió específicamente a la negativa del Gobierno de México a denunciar al Gobierno de Nicaragua como una dictadura, la autora sí envió un mensaje claro: “Espero que México y su Gobierno recuperen la mirada solidaria y comprendan que no hay soberanía cuando ésta no se sostiene sobre la voluntad popular”.
Convocado por la Secretaría de Cultura (SC) y la UNAM, el Premio Fuentes recae por segunda vez en Nicaragua, pues en 2014 fue otorgado a Sergio Ramírez, también exiliado y con la ciudadanía revocada.
La autora de novelas como La mujer habitada (1988), El infinito en la palma de la mano (2008) y Un silencio lleno de murmullos (2024), y de antologías poéticas como El ojo de la mujer (1990), se mostró conmovida por el galardón y evocó el compromiso del escritor mexicano que le da nombre.
“Tuve el privilegio de conocerlo en medio de la euforia de la primera época de la Revolución Sandinista. Su presencia fue para nosotros -jóvenes escritores, soñadores, militantes- un aliciente, porque admirábamos en su obra el constante recordatorio de que la imaginación tiene un cordón umbilical con la realidad y la circunstancia de su tiempo”, relató.
“Puedo imaginar que la beligerancia y la palabra de Carlos se habrían espantado ante la deriva tiránica de Nicaragua bajo el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
“Ni siquiera la ficción, creo, le habría permitido vislumbrar que yo vendría a México para recibir este premio después de haber sido despatriada, confiscada de mis bienes y declarada traidora a mi patria. Y que en el exilio me acompañara Sergio Ramírez, su amigo y también merecedor de este reconocimiento en 2014”, reflexionó.
La periodista Silvia Lemus, viuda de Fuentes, concordó que la obra de la galardonada y la del autor mexicano están emparentadas por su compromiso.
“La obra de Fuentes y Gioconda Belli están unidas por un lazo fuerte: la responsabilidad intelectual. Ambos, a través de su obra, han participado de la vida pública de sus países, misma responsabilidad que comparten con Sergio Ramírez”, comparó.
“Su inquietud intelectual los alentó a participar ya no sólo mediante la palabra, sino con la acción. Fuentes fue Embajador en Francia; Gioconda Belli, representante sandinista y dos veces exiliada de su país”.
Dotado con 125 mil dólares (2 millones 290 mil pesos), un diploma y una escultura de Vicente Rojo, el premio fue entregado por la Secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza, y por el Rector de la UNAM, Leonardo Lomelí.
Como parte del jurado, la poeta Natalia Toledo destacó que la poesía y la prosa de Belli celebran al cuerpo femenino, la sensualidad y el disfrute de la sexualidad.
“Lo que escribe tiene fuerza y aliento, dialoga en su cabeza, pero también con los otros. Las páginas que ha escrito Gioconda Belli guardan la memoria”, elogió.
“Ella no lo sabe, pero se lo digo ahora que puedo: algunas mujeres de mi pueblo la leíamos en una hamaca porque se atrevía a nombrar al deseo, al erotismo del cuerpo y sus múltiples juegos. Eso que tanto nos prohíben nombrar y que, en el fondo, todos queremos hacer”, apuntó Toledo, y arrancó una sonrisa de la autora.
El jurado de este año estuvo compuesto por el poeta español Luis García Montero, ganador de la edición anterior; la escritora argentina Claudia Piñeiro; la autora mexicana Ana Clavel, y, además de Toledo, y el historiador mexicano Rodrigo Martínez Baracs.
Al término de la ceremonia de premiación en la Sala Manuel M. Ponce, la prensa abordó a la titular de la SC para conocer su respuesta al mensaje de la galardonada sobre la relación entre México y Nicaragua, pero la funcionaria abandonó el recinto, a pesar de que ya había aceptado hablar con los medios.
Infatigable en su compromiso político, en la responsabilidad intelectual que compartía con Fuentes, Belli dedicó su premio a quienes, como ella, han sufrido represalias por parte de Ortega y Murillo.
“Dedico este premio a mi Nicaragua, a sus gentes, a sus presos políticos y exiliados, y también a una persona que acaba de morir, que era la mujer que tenía la voz más hermosa de Nicaragua, Norma Helena Gadea (1955-2025), que nos deja, y creo que, para mí, significa el fin de una época, la época más hermosa de la revolución nicaragüense.
“La fuerza de la poesía y la literatura -que han sido luz y altura en ese pequeño país de poetas- seguirá cantando sus luchas por la libertad, con fe en que la palabra continuará narrando el fin de los tiranos”, concluyó.




