- Con nuevo presupuesto federal los cenotes y ríos subterráneos de la Península de Yucatán figuran entre los ecosistemas candidatos a recibir protección.
OMAR ROMERO
CANCÚN, Q. ROO.- La Península de Yucatán, una de las regiones biológicamente más diversas del país y hogar de una de las redes de Áreas Naturales Protegidas más amplias de México, podría sumar nuevos espacios de conservación en 2026 gracias al aumento presupuestal asignado a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
El anuncio abre la puerta a fortalecer la protección de ecosistemas esenciales como cenotes y ríos subterráneos, pilares del patrimonio natural y del abastecimiento de agua en la zona.
El director regional de la Península de Yucatán y Mar Caribe de la Conanp, Juan Carlos Romero Gil, destacó que la ampliación presupuestal —una de las más importantes en años recientes— destinará 500 millones de pesos adicionales a operación, equipamiento, subsidios y personal. Estos recursos permitirán reforzar la gestión ambiental y avanzar en estudios técnicos y sociales para decretar nuevas Áreas Naturales Protegidas en la región.
‘Este incremento se logró a partir de la gestión de la Secretaría (de Recursos Naturales) en la Cámara de Diputados. Es un impulso determinante para fortalecer la conservación y para analizar con mayor profundidad la creación de nuevos espacios protegidos, que buscamos que incluyan cenotes y ríos subterráneos’, señaló Romero Gil.
Además, la Conanp ha iniciado procesos de consulta con comunidades locales, propietarios de tierras y actores clave de la región para garantizar que cualquier decreto cumpla con la ley y cuente con respaldo social.
Integrada por Campeche, Yucatán y Quintana Roo, la Península de Yucatán concentra una de las mayores extensiones de ANP del país. Solo en la región Caribe–Yucatán se agrupan 39 áreas protegidas, varias de ellas con reconocimiento internacional.
En Quintana Roo destaca la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1987. Sus más de 500 mil hectáreas resguardan manglares, selvas, humedales, dunas costeras y un importante sistema de ríos subterráneos vinculados a cenotes y petenes. Su valor ecológico y cultural la ha convertido en un referente global de conservación.
Yucatán, por su parte, cuenta con nueve ANP estatales que abarcan alrededor del 14 % de su territorio, protegiendo humedales, manglares y zonas kársticas altamente vulnerables a la presión humana.
Pese a ello, especialistas advierten que persisten vacíos de protección, especialmente en ecosistemas hidrológicos subterráneos, esenciales para la recarga del acuífero y para la biodiversidad única que albergan.
Cenotes y ríos subterráneos: un sistema vital en riesgo
La Península de Yucatán posee la red de ríos subterráneos más extensa del mundo y miles de cenotes que funcionan como ventanas al acuífero. Estos cuerpos de agua no solo son fuente de abastecimiento para la población, sino también hábitats frágiles donde habitan especies endémicas y ecosistemas altamente sensibles.
No obstante, muchos de estos sistemas siguen sin contar con un instrumento de protección ambiental, lo que los expone a contaminación, expansión urbana, turismo sin regulación y pérdida de biodiversidad.
Por ello, la posible incorporación de cenotes y ríos subterráneos al sistema de ANP es vista como una oportunidad para asegurar su conservación a largo plazo, ordenar su uso público y restaurar zonas afectadas, siempre en colaboración con las comunidades locales.
El reto: armonizar la conservación con las realidades sociales
Romero Gil recordó que la creación de un ANP requiere procesos formales de consulta y diálogo con habitantes, ejidos, propietarios privados y autoridades municipales. El objetivo es prevenir conflictos legales y garantizar que las decisiones tengan respaldo social, un requisito indispensable para el éxito de cualquier proyecto de conservación.
De consolidarse, las nuevas áreas protegidas representarían un avance sustancial para ampliar la red de conservación en la península y reforzar la protección de ecosistemas esenciales para la vida en la región.




