Enlaza Iván Macías fotografía y autismo; va tras las emociones

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  • Al descubrir a sus 34 años que vivía con autismo, el fotógrafo documental Iván Macías fue consciente de cómo, a través de la lente, había logrado sortear dificultades asociadas con su condición.
STAFF / AR

CIUDAD DE MÉXICO.- Al descubrir a sus 34 años que vivía con autismo, el fotógrafo documental Iván Macías fue consciente de cómo, a través de la lente, había logrado sortear dificultades asociadas con su condición.

Ya fuera capturando paisajes en soledad, lejos de la interacción social que siempre le costó mucho trabajo, o eventualmente haciendo retratos para comprender a los otros y sus emociones.

Tal cual lo deja ver la exposición Mirar desde dentro: Autismo y Fotografía, inaugurada en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF) a finales de noviembre.

“La fotografía fue ayudándome, fue como una válvula de escape”, afirma en entrevista telefónica Iván Macías, hoy de 39 años, quien junto con el psicólogo Diego Cabral conceptualizó la muestra que presenta 49 imágenes en seis secciones para dar cuenta de cómo el autismo permeó su manera de hacer foto.

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“Cómo a partir de tener esta condición, la fotografía se volvió un puente de entendimiento no sólo de mí, sino de las cosas que me rodean”, agrega el mexiquense.

“La idea es que se entendiera cómo va funcionando el autismo, que (los visitantes) se pusieran un poquito en los zapatos de una persona autista”.

Fue en plena pandemia de Covid-19, mientras realizaba el proyecto que le granjeó ser reconocido por parte del prestigioso certamen World Press Photo, cuando Iván Macías cayó en cuenta de que había algo extraño con él.

Y es que, según relata, mientras una buena parte de las personas vivía con zozobra a causa de la contingencia sanitaria, a él en realidad le causaba alivio no tener que convivir con nadie dado el confinamiento pandémico.

Al hacerse estudios con el Grupo de Atención Multidisciplinaria para el Autismo (GAMA), que dirige Diego Cabral, finalmente supo la razón.

“Para mí, sí fue muy importante tener el diagnóstico”, remarca quien en su infancia era considerado un chico reprimido o muy introvertido socialmente, además de estar obsesionado con los dinosaurios y tener mucha facilidad por las matemáticas.

“No disfrutaba ni hacía las cosas que muchos hacían, y no me sentía parte de ningún lado, de ninguna tribu, digamos.

“Al entender que tengo autismo, digo: ‘Ah, okay, entonces sí hay personas como yo, sí hay personas que sienten o viven las cosas de la forma que yo las siento; (…) no soy el único, no estoy solo, tampoco estoy loco. Sólo es parte de mi desarrollo’”.

Formado como ingeniero mecatrónico, precisamente por su habilidad con los números, Iván Macías no se acercó a la fotografía sino hasta ya entrado en su adultez, mientras tomaba cursos de teatro para desenvolverse físicamente con más facilidad.

El proceso y la técnica le fascinaron a tal grado que hacer foto se volvió su nueva fijación.

Además de pasar muchas horas aprendiendo sobre cómo funcionaba una cámara, el entonces fotógrafo aficionado también dedicaba largos paseos urbanos y estancias en la naturaleza, siempre refugiado en la tranquilidad que le proveía estar detrás de la lente. Desde ahí decidió luego aproximarse a los demás.

“La cámara me ayudaba mucho a concentrarme y acercarme para buscar entender a las personas; hacer retratos que me ayudaran a comprender un poco más cómo somos como humanos, qué sentimos, qué nos motiva, qué nos gusta.

“Todo eso me empezó a encantar: entender con la fotografía cosas que yo no entendía sin ella. Y se fue haciendo, poco a poco, parte de mí”, narra Iván Macías.

Todo este trayecto es lo que exhibe la muestra en el MAF, cuyo gran cierre es esa icónica imagen de la doctora Karla Palomares con el rostro lleno de marcas tras una intensa jornada atendiendo pacientes con coronavirus, con la que Iván Macías ganó el segundo lugar en la categoría de Retrato del World Press Photo 2021.

“Me cambia la vida completamente, me cambia incluso la forma en que yo veo mi propia fotografía”, comparte el creador visual, reconociendo la influencia de su condición en su meteórico ascenso en el mundo de la imagen.

¿Recomendarías, desde tu experiencia, la fotografía u otras actividades artísticas como recurso terapéutico para el autismo?, se le cuestiona.

“Yo creo que sí, pero va a depender mucho de cada quien; es como todo en la vida, o sea, no todos podemos ser fotógrafos, no todos podemos ser pintores… Lo que recomendaría es no limitarse.

“Algunas madres con niños autistas los limitan; como sienten que su niño tiene requerimientos especiales, lo limitan mucho, y el niño no aprende muchas cosas. (Es mejor) buscar algo que guste, ya sea artístico o deportivo, y dar tiempo para poderlo realizar.

“No estoy seguro que todos podamos ser completamente artísticos, pero sí podemos encontrar algo que nos llame la atención, que nos guste y que nos dé un motivo”.

Mirar desde dentro: Autismo y Fotografía, permanecerá hasta el 15 de febrero próximo en el recinto ubicado en República de Guatemala 34, Centro Histórico, y podría itinerar hacia otros espacios para seguir ayudando a dar a conocer qué es el autismo, a decir de Iván Macías.

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