- Con llamados globales a la paz, la inclusión y la justicia arrancó este jueves la Segunda Conferencia Parlamentaria sobre Diálogo Interreligioso.
FELIPE VILLA
ROMA, ITALIA.- Bajo un cielo sereno y entre los muros cargados de historia de la capital italiana, el arranque de la Segunda Conferencia Parlamentaria sobre Diálogo Interreligioso se vive con una mezcla de solemnidad, urgencia y esperanza. El majestuoso auditorio del Parlamento italiano se ha convertido en un foro plural donde convergen presidentes de cámaras legislativas, líderes religiosos y defensores de derechos humanos, todos con una misión común: fortalecer la confianza y alentar la esperanza en un mundo fracturado por la intolerancia y el odio.
Italia, anfitriona del evento, ha marcado el tono desde el inicio. El presidente del Parlamento, Ignazio La Russa, recordó que la diplomacia parlamentaria debe estar al servicio de la libertad religiosa y del entendimiento entre culturas, especialmente en el contexto del Año Jubilar del Vaticano. Con la designación de un enviado especial para asuntos interreligiosos, Italia ha reafirmado su voluntad de liderazgo moral en el tema.
La atmósfera, aunque académica, es vibrante. Las palabras fluyen en distintos idiomas, pero con un solo mensaje: es tiempo de actuar para proteger la libertad de creencias, el diálogo respetuoso y la dignidad humana. Entre los asistentes, se percibe una energía de convergencia, un esfuerzo colectivo por abordar temas complejos sin caer en polarizaciones estériles.
Destacó la participación del senador mexicano Gerardo Fernández Noroña, quien alzó la voz para pedir que se escuchen “todas las voces, en todos los rincones del mundo”, en nombre de la paz. En un discurso enérgico y profundamente humano, denunció el silencio internacional ante el sufrimiento del pueblo palestino, señalando con firmeza: “Es inconcebible que no se diga nada mientras se asesina a miles de niñas y niños”.
La jornada también estuvo marcada por las intervenciones de figuras como Bhai Sahib Mohindra Singh (India/Reino Unido), quien destacó el papel de los líderes religiosos como puentes de tolerancia, y Şafak Pavey (Turquía), que llamó a desmontar el odio basado en creencias desde los organismos internacionales. La relatora de la ONU, Nazila Ghanea, insistió en blindar la libertad de pensamiento frente a los discursos excluyentes, mientras Bolivia, Indonesia y Marruecos resaltaron la necesidad de empoderar a mujeres y jóvenes en estos procesos de reconciliación.
Los temas más recurrentes han sido la coexistencia pacífica, la lucha contra el discurso de odio, la protección de grupos vulnerables y el rol educativo de los Estados para cimentar una cultura de paz. Se habla con fuerza de educación en valores, de marcos jurídicos robustos y de un nuevo pacto interreligioso por la humanidad.
En los pasillos, se escucha a diplomáticos y parlamentarios compartir propuestas sobre observatorios regionales contra la intolerancia, programas educativos conjuntos y hasta la creación de un “Premio Global de Paz Interreligiosa”. Todo apunta a que esta Conferencia no será sólo declarativa, sino la antesala de una agenda de acción parlamentaria global.
Aún restan jornadas clave, pero ya es claro que Roma ha dejado de ser solo una ciudad eterna, para convertirse en símbolo de un presente que busca respuestas firmes desde la pluralidad. En tiempos convulsos, el diálogo interreligioso emerge aquí no como un ideal abstracto, sino como una necesidad urgente.
