- A los 56 años, Alejandro Sanz sigue con el ímpetu intacto y las ganas de “comerse el mundo”.
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CIUDAD DE MÉXICO.- A los 56 años, Alejandro Sanz sigue con el ímpetu intacto y las ganas de “comerse el mundo”. Con una nueva gira, ¿Y Ahora Qué?, que arrancó en Puebla, el cantante madrileño continúa añorando el escenario como lo hacía en sus primeros días.
Con 13 álbumes de estudio y más de 30 años de carrera, se ha consolidado como uno de los intérpretes más importantes de la música en español, pero sigue entusiasmado por descubrir, junto a su público, una nueva etapa musical.
“Lo que se mantiene intacto es la ilusión de subirme a un escenario y sentir que ahí pasa algo mágico. Lo que ha cambiado es la forma de vivirlo: antes todo era vértigo, ahora es vértigo y también agradecimiento.
“Sigo siendo aquel chaval con ganas de comerse el mundo, pero ahora sé que lo más valioso no es comérselo, sino saborearlo con mi gente, con mis fans, con mi familia”, contó Sanz, en entrevista.
El cantante llega con la camisa de México bien puesta para ofrecer 24 fechas entre septiembre y octubre en diferentes partes de la República: seis de sus espectáculos se realizarán en el Auditorio Nacional, tres en Guadalajara y tres más en Monterrey.
“Ya sabéis mi debilidad por este país. México es mi segunda casa. Aquí me han dado cariño desde el principio y me han enseñado que la música no solo se escucha, se vive.
“Empezar en México es un símbolo, porque quería arrancar este nuevo camino en un lugar que me recuerda por qué empecé a cantar: por amor, por entrega, por compartir lo que más amo”, agregó.
En esta ocasión, Sanz busca enaltecer su más reciente EP, dando prioridad a temas como “El Vino de Tu Boca” y “Palmeras en el Jardín”, y combinarlos con los clásicos que lo catapultaron a la fama internacional, como “Corazón Partío” y “La Fuerza del Corazón”.
Siempre con la esperanza de materializar un viaje sonoro entre el pasado y el presente, que dé como resultado una celebración del amor.
“Es un viaje. Los clásicos son como faros, canciones que iluminan la memoria de todos. Los temas nuevos son como semillas que empiezan a crecer en medio de ese jardín. Este tour lo describiría como una mezcla de celebración y renacimiento: un abrazo al pasado y una apuesta por el presente.
“Siempre sorprendiendo desde la raíz, lo bueno de las canciones es que tienen tantas perspectivas que, hasta una canción que hayas escuchado millones de veces, puedas vivirla y sentirla como si fuera la primera vez”, detalló.
Con una nueva visión emocional más clara después de haber atravesado un vacío existencial hace algún tiempo, el cantautor ve en su nueva etapa musical una oportunidad para conectar consigo mismo y con las cosas que lo hacen feliz.
“La tristeza y el cansancio también forman parte de la vida y no hay que esconderlos. Lo importante es convertirlos en algo que te empuje. Para este tour he trabajado mucho en transformarlos en música, en energía, en un abrazo con el público. Al final, en un escenario, uno se desnuda y esa vulnerabilidad se vuelve fuerza.
“La vida me ha llevado a replantearme cosas, a volver a empezar desde otro sitio, y la música siempre ha sido la manera de buscar las respuestas. Y en este tour vamos a encontrar todas las respuestas”, remató.