Nace ‘La Catrina’ de la crítica social al emblema nacional

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  • Algo que no puede faltar en las festividades del Día de Muertos es ‘La Catrina’.
STAFF / AR

MONTERREY, NL.- Algo que no puede faltar en las festividades del Día de Muertos es “La Catrina”, esa icónica calavera que se ha convertido en parte importante de la cultura mexicana, como un recuerdo de que la muerte alcanza para todos sin distinción alguna.

Se ha vuelto tan popular que hoy aparece en diferentes formas, tamaños y colores en altares, concursos, desfiles, películas, juguetes y otros artículos en todo el mundo.

“La imagen que llamamos La Catrina es, sin lugar a dudas, un símbolo nacional”, señala el investigador Fabián Valdivia Pérez.

“Carlos Monsiváis, el gran escritor y pensador mexicano, equiparaba la potencia de la imagen de La Catrina con el escudo nacional, con la imagen de (Emiliano) Zapata o de (Benito) Juárez.

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“Es un símbolo nacional que la gente vincula con la fiesta de muertos en México”, comenta.

Aunque podría parecer que es una tradición de antaño, es un fenómeno nuevo, destacan especialistas, del que muchos mexicanos desconocen su verdadero origen.

La Catrina tiene sus orígenes en un famoso grabado en blanco y negro que data de 1913, donde aparece una calavera con un elegante sombrero de plumas.

En la esquina inferior derecha, la firma indica José Guadalupe Posada, un grabador e ilustrador mexicano que hoy es reconocido como el creador de este personaje.

Sin embargo, no fue él quien le dio aquel icónico nombre y tampoco tuvo la oportunidad de ver su creación impresa, pues murió meses antes de su publicación.

“El fenómeno de La Catrina nació casi como un accidente”, indica el historiador Agustín Sánchez, uno de los mayores estudiosos del tema.

“Posada no ponía nombre a ningún grabado. Le pedían el grabado y él lo entregaba”.

Originario de Aguascalientes (1852), Posada creció en condiciones de pobreza y con un talento natural para el dibujo.

Tras perder a parte de su familia en una inundación, que también destruyó el taller familiar de litografía, en 1888 se mudó a Ciudad de México en busca de trabajo.

Ahí encontró al editor Antonio Vanegas Arroyo, quien cada fiesta de muertos imprimía unas hojas volantes con poemas burlones, semejantes a las calaveritas de hoy.

En su imprenta colaboraba el ilustrador Manuel Manilla, encargado de dibujar calaveras chuscas para acompañar los textos.

“Posada se une y comienza a dibujar calaveras él también”, apunta el investigador Valdivia, quien imparte conferencias y recorridos sobre el origen de La Catrina.

El grabador realizó diversas ilustraciones de calaveras, de acuerdo con los textos que le proporcionaba el editor. A ninguna les puso nombre.

La más famosa fue impresa para las fiestas del Día de Muertos de 1913, en una hoja volante que se titula “Remate de Calaveras Alegres y Sandungueras. Las que hoy son empolvadas garbanceras, pararán en deformes calaveras”.

“Hay hermosas garbanceras / De corsé y alto tacón; / Pero han de ser calaveras, / Calaveras del montón”, dice el primer verso del texto, el cual hace una burla hacia las mujeres que aparentaban tener condiciones económicas superiores.

Por eso al famoso grabado se le conoce como “calavera garbancera” – aunque su autor no le puso nombre – y se dice que Posada lo creó con intención de hacer una crítica social, a pesar de que él no escribió aquellos versos.

“Él tenía que ilustrar textos”, enfatiza Valdivia. “Es un error pensar que tenía intenciones artísticas, pero no significa que no haya tenido un gran talento.”

Posada murió en enero de 1913, meses antes de la publicación de la hoja volante con su grabado, por lo que nunca lo vio impreso.

Lo que se especula por varios historiadores es que dejó hecho su dibujo en la placa de plomo, que después se entintaría para ser impresa tras su muerte.

Quien bautizó a La Catrina con ese nombre fue Diego Rivera, gran admirador de Posada.

El reconocido pintor y muralista mexicano pidió prestadas las planchas de plomo con las que se imprimieron algunos dibujos del grabador e impulsó la publicación de la Monografía de 466 grabados por José Guadalupe Posada (1930), con introducción suya.

“Cada uno de los grabados que se presentan impresos en el libro deben tener un nombre”, explica Valdivia.

“Y cuando aparece la calavera de 1913, Diego Rivera le pone ‘Calavera Catrina’. Entonces, quien lo bautiza es Diego Rivera”.

En 1947, el pintor realiza el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, donde hace su reinterpretación de La Catrina: aparece con cuerpo completo y elegantes vestimentas, con Posada de un lado y Rivera de niño por el otro.

Este mural le da un empuje a la imagen de la calavera Catrina y se empieza a popularizar, apunta el historiador Sánchez.

Aunado al trabajo de otros académicos y artistas, así como a la producción cinematográfica, se ha vuelto un fenómeno cultural, turístico y económico a nivel mundial.

“La Catrina es un fenómeno que ha crecido, que está vigente, y que va a seguir como una moda de lo mexicano”, subraya Sánchez, “que ya no representa lo mexicano como era hace unos años, sino que ya se convierte en un fenómeno cultural universal”.

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