- En pedales, los libros pueden, además, llegar hasta quienes viven en colonias desprovistas de librerías o espacios culturales, por ejemplo el norte de la CDMX.
YANIRETH ISRADE / AGENCIA REFORMA
CIUDAD DE MÉXICO-En esta prolongada pandemia de Covid-19 la cultura rueda en bicicleta para sortear confinamientos y restricciones sanitarias. Libros
Libros, fotografías, discos de vinil, partituras e incluso utilería y materiales escenográficos son algunos de los objetos que bicimensajeros independientes como Edwin Bustillos y Omar Orozco trasladan a ciudadanos que encuentran en este servicio una opción no sólo para el consumo cultural, sino también una vía accesible de distribución para los proyectos editoriales independientes.
Uno de ellos es Nicolasa, sello de reciente creación especializado en danza que en sus primeras dos semanas entregó, mediante esta modalidad, 90 por ciento de los libros que vendió; en promedio, dos o tres al día.
Esta editorial, que también distribuye en librerías -en principios, independientes-, estaba lista para lanzar sus títulos en abril de 2020, pero la pandemia y el cierre de establecimientos la obligaron a redefinir el rumbo. Las iniciativas de pequeños emprendimientos que ofrecen en redes sociales productos fabricados domésticamente, como joyería, jabones o perfumes, y que recurren a las bicicletas para distribuirlos, le señalaron el camino, cuenta la critica de danza, videoartista y fundadora del sello, Hayde Lachino.
“Sin duda, las grandes empresas editoriales cuentan con una infraestructura para este servicio (de mensajería), en cambio, en las pequeñas editoriales o librerías encontramos -en un sondeo que, por supuesto, no fue exhaustivo- que muchas no tenían una estrategia para estas situaciones de contingencia, porque la opción que veían eran, o grandes empresas de mensajería, que son costosas y hacen que se eleve el precio del producto, o utilizar los servicios de Correos de México, que tampoco estaba preparado para una situación como ésta: había libros que podían tardar tres meses en llegar”, expone la editora.
En pedales, los libros pueden, además, llegar hasta quienes viven en colonias desprovistas de librerías o espacios culturales, por ejemplo al oriente o al norte de la Ciudad de México, señala Bustillos, estudiante de la licenciatura de Historia en la UNAM y quien formó, con sus compañeras, la cooperativa Bicienvíos Los Espíritus.
“Uno puede facilitar el acceso al libro, porque la mayoría de las librerías se concentran en el Centro de la Ciudad o en Coyoacán, y otras zonas quedan rezagadas.
“Además, en la pandemia las personas no salen tan fácilmente y es bonito facilitar ese contacto desde quien produce el libro hasta su consumidor”, considera.
Tras el cierre del local de mascotas donde trabajaba, Bustillos encontró que la bicicleta, a pesar de las hostilidades que afronta cotidianamente, sobre todo con los automovilistas, le permite sostenerse y proseguir su licenciatura, y resulta buena opción también para quienes lo contratan.
Intentó trabajar en una plataforma digital, pero las condiciones laborales -ni siquiera reconocen como trabajador al ciclista reclutado y retienen buena parte de la ganancia-, lo desalentó, y entonces decidió seguir de manera independiente y formar una cooperativa redituable.
Los libros y fotografías son los objetos relacionados con el ámbito cultural que más ha transportado, por su parte, Orozco, quien tiene estudios de etnohistoria y música, pero decidió dedicarse profesionalmente desde 2012 al servicio de mensajería.
Entonces, recuerda, no había en la Ciudad más ciclovía que la de Paseo de la Reforma, y la bicicleta constituía apenas una opción de transporte, no de servicio. Pero cuando las aplicaciones digitales recurrieron a éste para el reparto de alimentos, el panorama cambió.
En Ronin Bicimensajeros, la empresa que formó -el nombre remite a un Samurai japonés- envían todo tipo de mercancía, menos comida. No es la única diferencia con las aplicaciones digitales, pues apuesta también por el pago justo al ciclista, destaca.
“Los dueños de las compañías o colectivos que trabajamos en esto comenzamos siendo mensajeros y nos apasiona (la bicicleta), por eso buscamos crecer este tipo de servicios con justicia laboral, y, en el mismo sentido, el arte busca alternativas; van de la mano, pueden empatar bastante bien”, opina.
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