- Migrantes, indígenas y mujeres de la CDMX o los municipios del Edomex abarrotan los pasillos del sistema de Transporte Colectivo Metro para vender sus productos.
EDUARDO PÉREZ RUIZ / AGENCIA REFORMA
CD. DE MÉXICO, MÉXICO.- Los pasillos abarrotados de distintos productos son ya una escena cotidiana en el trasbordo del Metro en San Lázaro. Los puestos de venta informal son de mujeres que intentan llevar algo a los bolsillos.
Migrantes, indígenas y mujeres que habitan la periferia de la Ciudad o los municipios conurbados del Edomex acuden en un horario de 11:30 a 21:00 horas, cuando el Sistema de Transporte Colectivo (STC) Metro les permite ofrecer sus productos en improvisados tapetes de plástico.
Por ejemplo, una mazahua que se quedó viuda y con dos hijos -uno al que carga en su espalda mientras vende sus artesanías- porque su esposo murió de Covid-19. En su natal Valle de Bravo aprendió a tejer cinturones, blusas, aretes y pulseras.
“Yo vendía con mi hermana, pero era un puesto de ella, me dieron la oportunidad aquí y me va bien, vendo bien y ahí voy saliendo adelante. Yo hago las blusas, los cubrebocas. Primero pienso cómo quiero que se vean y luego los hago todos a mano”, explica Selene López, mientras muestra sus productos.
Cerca está una migrante cubana que sufrió violencia de género de su marido y encontró un refugio y un sustento en el tejido de ropa para animales de compañía.
“Todo esto lo hago yo. Me di cuenta que la gente gasta en sus perritos, sus gatitos, así que yo misma hago mis bordados, por fortuna se están vendiendo bien”, explica Yaima.
Más allá, una madre de familia que busca a su única hija -una joven que engrosa las cifras de desaparecidas-; una mujer que tenía un trabajo formal en una empresa de la que fue despedida durante un recorte en lo más duro de la pandemia.
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