NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

CUANDO la alcaldesa de Solidaridad, Lili Campos Miranda sale a victimizarse públicamente acusando persecución política por parte de la Fiscalía estatal y pintando su raya para marcar una imaginaria diferencia entre su administración y el gobierno morenista que le antecedió, sólo escupe hacia arriba sin medir que inevitablemente saldrá salpicada.

AL ARRANCAR su campaña proselitista por la reelección con una tronante rueda de prensa denunciando la apertura de múltiples expedientes en su contra y en contra de sus allegados, parece olvidar convenientemente que durante la era del panista Carlos Joaquín González, ella misma fue verdugo implacable de los enemigos de quien hoy se desempeña como embajador plenipotenciario de México en Canadá.

DESDE la Consejería Jurídica y montada en una engañosa campaña publicitaria contra la corrupción, en 2017 Lili Campos fue la arquitecta de los expedientes en contra de exfuncionarios borgistas acusados de saquear el patrimonio estatal. No obstante, lejos de buscar justicia, su objetivo fue meramente político, y en el peor de los casos, recuperar lo robado para engrosar las arcas del clan joaquinista, no las públicas. Hoy, la Auditoría Superior del Estado sigue investigando a dónde fueron a parar esos cuantiosos recursos que, sin duda, pertenecen al pueblo de Quintana Roo.

AHORA, víctima de la misma estrategia que antes utilizó, padece amnesia y ha incluido en su planilla por la reelección a personajes que previamente había cazado por corruptos, como Gabriel Mendicuti Loría y Román Quian Alcocer. ¿Con qué autoridad moral pretende Campos presentarse como una víctima ante la opinión pública, si su administración está claramente manchada por actos de corrupción comprobados? ¿Ha olvidado acaso el antiguo adagio que reza que los carniceros de hoy serán las reses del mañana?

LA ESTRATEGIA de Campos de marcar una supuesta distinción entre su gestión y la de su antecesora, la impresentable Laura Beristain Navarrete —quien efectivamente convirtió el ayuntamiento de Solidaridad en la cueva de Alí Baba y los 40 ladrones—, es simplemente risible. A pesar de que prometió castigarla, la ex alcaldesa y actual regidora, sigue impune, sumándose incluso a la campaña de Campos para contrarrestar a Estefanía Mercado Ascencio, candidata de la alianza ‘Seguiremos Haciendo Historia’, cuya popularidad entre la población de Solidaridad surge incontenible.

TODAVÍA como para que le crean, Lili Campo habla de un Solidaridad a salvo de la inseguridad, casi casi un oasis en medio de otros municipios en poder de Morena donde según sus datos la violencia es el pan de cada día. O sea, la paja en el ojo ajeno sin mirar la viga en el propio. Sin embargo, es vital recordarle a la desmemoriada alcaldesa que si Quintana Roo se tiñó de guinda es precisamente porque su jefe Carlos Joaquín entregó la plaza al presidente Andrés Manuel López Obrador para salvar su pellejo ante el caos financiero y de inseguridad que dejó.

ENTONCES diputada local y presidenta de la Comisión de Justicia, Campos guardó silencio ante las fechorías del joaquinismo sin importarle que hoy la población siga padeciendo esas lacras. Más aún, el cargo de presidenta municipal que hoy ostenta, no fue fruto de su carisma político —apenas captó el 18% de votos del electorado local—, sino parte de ese paquete de impunidad pactado por su jefe el embajador. Afortunadamente, los solidarenses no padecen de amnesia. Y como reza el viejo proverbio, es peligroso escupir hacia arriba; más cuando el viento promete traer de vuelta el veneno a quien lo esparce.

@Nido_DeViboras