NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN LA SIEMPRE turbulenta arena política mexicana, la elección presidencial del 2024 está resultando ser una competencia de estrategias desesperadas y maniobras políticas que raya en lo teatral. Alejandro Moreno, el líder nacional del PRI, en un intento por revitalizar la campaña de la candidata del PAN-PRI-PRD, Xóchitl Gálvez, ha lanzado un reto audaz, pero con tinte de tragicomedia a Jorge Álvarez Máynez, candidato de Movimiento Ciudadano: si declina a favor de Gálvez antes del tercer debate, Moreno renunciará a su posición y a su candidatura al senado.

ESTE RETO no ha sido más que una piñata rota en el jardín de las redes sociales, donde Álvarez Máynez, en lugar de dulces, ha sacado sarcasmo y mofa, sugiriendo que Moreno podría ahorrar tiempo y renunciar ahora “con dignidad” o esperar a ser expulsado “a patadas” tras los resultados electorales. La respuesta destila el mismo nivel de ironía y desdén que caracteriza esta época de política espectáculo, evidenciando la desconexión palpable entre los líderes políticos y las bases a las que pretenden servir.

SIN EMBARGO, lo que subyace detrás de esta comedia de enredos es la trágica realidad de una candidatura que no termina de resonar con el electorado. Xóchitl Gálvez, a pesar de su intento de conectarse con las raíces del país a través de un nombre de resonancias indígenas y el uso del huipil, aunque con apellidos de origen español, parece más un personaje sacado de una novela mal escrita que una candidata presidencial con la biografía necesaria para liderar a México.

ES IRÓNICO y hasta hilarante que en su desesperación, el PRI, junto con PAN y PRD, hayan decidido apostar por una figura que pretende representar a los pueblos indígenas simplemente por portar un nombre y vestimenta típica. Esto revela no sólo una falta de comprensión de la diversidad cultural de México, sino también un cinismo político que trata la identidad indígena como si fuera un disfraz que se puede poner y quitar a conveniencia.

MIENTRAS tanto, las encuestas sugieren que la verdadera contienda podría estar en decidir quién ocupará el segundo lugar, dado que Claudia Sheinbaum parece encaminarse cómodamente hacia la presidencia. Esto plantea un escenario donde lo que está en juego no es quién dirigirá el país, sino quién será el mejor perdedor.

LA REALIDAD es que los ciudadanos están presenciando un espectáculo político donde los actores principales parecen más interesados en sus líneas de guion que en las líneas de la realidad mexicana. Xóchitl Gálvez, con su disfraz de “indígena” fabricado, es sólo un símbolo de las muchas máscaras que se utilizan en esta comedia electoral.

NO PODEMOS ignorar el verdadero drama de esta elección: una ciudadanía cada vez más desencantada con promesas vacías y espectáculos políticos sin sustancia. Mientras los candidatos juegan a las sillas musicales con el poder, los problemas reales de México —la violencia, la desigualdad y la corrupción— siguen esperando en las alas, como actores secundarios en una obra donde nunca llega su turno de brillar. La política, en sus mejores momentos, debería ser un reflejo de las aspiraciones y necesidades de su pueblo, no una parodia de sí misma, donde lo que menos importa es la veracidad y la integridad.

@Nido_DeViboras