NIDO DE VÍBORAS

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Por KUKULKÁN

EN UN PAÍS donde las jugadas políticas se asemejan más a una telenovela de horario estelar, Quintana Roo no podía quedarse atrás. La reciente creación del Fideicomiso para el Fortalecimiento de la Actividad Turística (Foatqroo) en el estado es el nuevo escenario de este episodio. No hace falta ser un experto en el arte del chisme para percatarse de que los movimientos detrás de este nuevo organismo están más caldeados que una parrilla en plena carne asada.

CON EL FLAMANTE fideicomiso aún en pañales, ya suenan nombres como Jesús Almaguer, Artemio Santos, Ricardo Archundia y Yuri Salazar para encabezar este bebé turístico. La especulación es tan desmedida que uno pensaría que estamos en plena subasta ganadera, donde la oferta y la demanda de puestos públicos se manejan con la misma naturalidad con que se negocian cabezas de ganado. Todavía no tienen la vaca y ya pelean la leche, reza el dicho popular, y en este caso, el rebaño político parece dispuesto a pelearse hasta la última gota de poder.

LA METÁFORA ganadera no es gratuita. Aquí, el nuevo fideicomiso es la vaca, una vaca lechera que promete no sólo sustento sino también un sinfín de beneficios para quienes logren hacerse con su administración. Y es cuando uno se imagina a estos personajes, cada uno con su sombrero de vaquero, esgrimiendo argumentos y prometiendo maravillas mientras intentan sacar ventaja en esta danza de la especulación.

DESDE que Fonatur decidió pasar la batuta del mantenimiento de los Centros Integrales Planeados a los gobiernos locales, Quintana Roo se convirtió en un campo de batalla. El objetivo es claro: el nuevo fideicomiso manejará nada menos que cerca de 156 millones de pesos para 2024, un manjar suculento que ha despertado la gula de más de uno. Como buenos vaqueros, los contendientes ya afilan sus cuchillos, listos para el banquete.

SIN EMBARGO, la situación no es tan simple. La creación de este organismo trae consigo responsabilidades titánicas. Los nuevos pastores deberán cuidar no sólo del rebaño turístico, sino también de la infraestructura y los servicios que hacen de Cancún y Cozumel destinos de clase mundial. Agua potable, alcantarillado, luz eléctrica, limpieza y seguridad son sólo algunas de las necesidades diarias de las más de 40 mil habitaciones hoteleras que aglutinan Cancún y Cozumel.

¿SERÁ que nuestros aspirantes están preparados para tan ardua tarea? La respuesta aún está en el aire. Mientras tanto, la opinión pública observa con detenimiento este espectáculo de vaqueros y fideicomisos, dudando de que los nuevos administradores puedan superar el nivel de servicios que antes proveía Fonatur. Por otro lado, hay quienes ven en esta transferencia una oportunidad dorada para dar más autonomía y poder a las autoridades locales, algo que la clase política ha deseado desde tiempos inmemoriales.

EN MEDIO de todo esto, no podemos olvidar las voces críticas. Los más escépticos temen que esta medida termine ahogando al gobierno del estado, con más limitaciones para gestionar los recursos con la misma eficacia que el organismo federal. Además, el temor al impacto ambiental y la exclusión de la población local resuenan en los pasillos de la política y la sociedad.

LA BATALLA por el control de la vaca turística apenas comienza. Los nombres que suenan para liderar este nuevo organismo son sólo la punta del iceberg de una disputa que promete ser larga y encarnizada. El tiempo dirá si estos vaqueros están a la altura de la tarea o si, como tantas otras veces, la vaca quedará en manos de quienes menos piensan en el bien común y más en llenar sus propios corrales.

@Nido_DeViboras