- Desde un pequeño laboratorio de corales, la bióloga Ariadna León ayuda a su restauración y reproducción.
OMAR ROMERO
PLAYA DEL CARMEN, Q. ROO.- La labor de restaurar los arrecifes no ha sido sencilla, pero se implementan diferentes estrategias, y en la Riviera Maya existen avances importantes que se han logrado a través de un pequeño laboratorio desde el cual los expertos buscan salvar a estos ecosistemas.
Ariadna León, bióloga responsable del programa de restauración de arrecifes para México en Iberostar, expresó que esta acción inició en 2019 con dos viveros o guarderías de coral, una en el hotel de Playa Paraíso, en la Riviera Maya, y otra más en la isla de Cozumel.
En 2023 se integró uno más en Paraíso. Recordó que en un inicio el objetivo era trabajar en adaptarse al cambio climático y la primera fase del proyecto de restauración empezó con experimentos de termotolerancia.
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Ante ello, los especialistas iban al arrecife en busca de colonias sanas y con una rampa de calor se los llevaba hasta la temperatura que es generalmente donde se muestra el blanqueamiento y evaluaban la eficiencia fotosintética.
“Nosotros trabajamos con corales duros. Hay dos tipos de coral, el blando, que son los tienen estos movimientos, así como más a merced de las olas, y los duros, que son los que efectivamente presentan resistencia y nos brindan protección costera”.
Si bien aclaró que no son un acuario ni tampoco un biobanco, quieren llegar a eso, aunque están en el proceso y la intención es siempre restaurar, considerando que son especies amenazadas, al recordar que en 2023 se vivió un blanqueamiento masivo.
Sin embargo, esto dio la oportunidad, a pesar de la mortalidad de los trasplantes, para mapear todas las colonias que habían evitado la enfermedad, por lo que se desarrolló un protocolo de blanqueamiento propio.
“Empezamos a trabajar con esas colonias, seguimos en este proceso de microfragmentar, ahora hemos empezado a incorporar diferentes herramientas que se diseñaron en República Dominicana, con estructuras para que los corales crezcan y reproducirlos más rápidamente (pueden crecer dos a tres centímetros en un año)”.
La especialista abundó que de momento lo importante es seguir enfrentando la enfermedad y tratar de salvar aquellas colonias que han sobrevivido como las que están en Banco Chinchorro.
Añadió que la pérdida de la especie implica la afectación de funciones ecosistémicas, al estar todos asociados, por ejemplo, las langostas son depredadoras de los caracoles, pero al pescarlas todas no hay quien consuma este predador del coral.