- El caso Ayotzinapa podría estar a punto de dar un giro crucial.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
CIUDAD DE MEXICO.- A casi once años de la trágica noche del 26 de septiembre de 2014, el caso Ayotzinapa podría estar a punto de dar un giro crucial.
Las recientes detenciones de dos personajes clave, presuntamente involucrados en la desaparición de los 43 normalistas, renuevan la esperanza de justicia para las familias de los estudiantes.
Recientemente, Rey Flores, alias “El Negro”, fue detenido en Iguala, Guerrero. Se trata de un expolicía municipal vinculado a la célula criminal “Los Bélicos”, parte del cártel Guerreros Unidos.
Flores no sólo operaba como sicario, también habría brindado custodia en una patrulla municipal a una camioneta que transportó a varios estudiantes hasta el rancho de “El Cabo Gil”, donde presuntamente fueron ejecutados.
Su captura representa una pieza clave dentro del rompecabezas criminal que se tejió aquella noche.
En paralelo, hace unos días Estados Unidos deportó a Ariel Núñez Figueroa, expolicía de Huitzuco y también ligado a Guerreros Unidos.
Núñez Figueroa fue entregado a las autoridades mexicanas tras años de fuga.
Según la investigación oficial, participó directamente en la detención de estudiantes que viajaban en el autobús 1531.
Sus vínculos familiares con altos mandos de la Policía local y su conexión con “El Cholo Palacios”, otro sicario de Guerreros Unidos, refuerzan la teoría de colusión entre autoridades municipales y el crimen organizado.
Ambas detenciones, ocurridas casi al mismo tiempo pero en distintos países, no son hechos aislados. Representan un avance tangible en una investigación que ha estado plagada de omisiones, manipulaciones y verdades fragmentadas.
Además, revelan que, a pesar del tiempo, las redes de complicidad aún pueden desarticularse.
La entrega de Ariel Núñez Figueroa por parte de las autoridades estadounidenses también envía un mensaje importante: la presión internacional sigue activa y la justicia, aunque tardía, continúa en movimiento.
Mientras tanto, las familias de los 43 no descansan. Sus voces han mantenido viva la exigencia de verdad y estas detenciones podrían acercar respuestas que por años les fueron negadas.
La historia del caso Ayotzinapa aún no ha terminado. Pero con estas capturas, el guion podría estar escribiendo un nuevo capítulo, uno donde la impunidad comience, por fin, a desmoronarse.