Elmer Ancona Dorantes
¿Tenía razón el cabecita de algodón, Andrés Manuel López Obrador, al proponer y crear el Tren Maya? La respuesta no puede ser tan tajante, con un simple sí o un escueto no. Se tiene que valorar a fondo, de manera imparcial y fría, sin caer en emociones sin sustento.
Este fin de semana me tocó hacer mi primer viaje en este medio de transporte que ha sido tema de escándalo para los mexicanos. El punto de partida: Cancún, Quintana Roo. El punto de arribo: Mérida, Yucatán.
De entrada, tenemos que decir que la conectividad es excelente; salimos de la Central de Autobuses del ADO en un autobús mediano con la leyenda “Tren Maya” a los costados.
Tuvo un costo de 55 pesos el pasaje por persona, bastante accesible para los bolsillos de la gente.
Cabe precisar que para los lugareños o “locales” con credencial de elector u otra identificación oficial, hay descuentos de 30 por ciento, lo que hace que el costo del transporte sea accesible. Las personas de la tercera edad, pagamos sólo el 50 por ciento del total.
El autobús salió de manera puntual del ADO para llegar la terminal ferroviaria en 30 minutos, con una puntualidad inglesa.
Desde que arriban a la central de trenes, los pasajeros comienzan a tomarse fotos como si el mundo estuviese llegando a su fin. Se veía la emoción de todos de querer subirse por primera vez a este tren.
Para muchos fue una novedad viajar en este polémico medio de transporte, por las cuantiosas inversiones que hizo el gobierno federal para construirlo, entre muchos otros factores.
Como aportación estadística: el gasto total del Tren Maya costó a los mexicanos 515 mil millones de pesos, de acuerdo con lo que declaró el presidente López Obrador en su último informe de gobierno en septiembre de 2024.
Esta cifra, por supuesto, tuvo un incremento de 230 por ciento extra respecto al presupuesto original de 156 mil millones de pesos proyectado en 2020; según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), el gasto de inversión equivalió a 3.3 veces el presupuesto inicial.
Sigamos con nuestro relato. Una vez en la terminal ferroviaria, uno puede ver a grupos de trabajadores de limpieza dejando salas y pasillos más que deslumbrantes. Este es otro punto que se debe destacar.
Además, personal de la Guardia Nacional está vigilando permanentemente todos los espacios, con el fin de resguardar y proteger la seguridad de los pasajeros. Otra palomita más para el gobierno constructor.
Los pasajeros siempre estuvieron escuchando las indicaciones del personal de apoyo que, con altavoces, daban indicaciones para bajar a los andenes en orden, con cuidado, para no provocar accidentes.
Ya en los andenes, ver llegar al tren fue motivo de emoción para muchos; la gente se subió de manera ordenada a los vagones y comenzó a buscar sus respectivos asientos. Todo lucía impecable, limpio y moderno.
Desde mi punto de vista, son vagones de primera, dignos de un país del primer mundo, como lo que debiera ser México si realmente lo quisieran los ciudadanos.
Durante el trayecto de cuatro horas hasta Mérida, personal de limpieza pasó en diversas ocasiones para recoger la basura que iban acumulando los pasajeros, ya que se puede consumir alimentos y bebidas sin prohibición alguna.
A lo largo del viaje, la gente fue bajando en sus respectivos destinos, entre ellos los más representativos por su arraigo cultural de origen maya: Valladolid, Chichén Itzá, Izamal y Mérida.
Pequeñas ciudades, ya del estado de Yucatán, donde el turismo nacional y extranjero puede disfrutar lo mejor de la región por sus construcciones mayas, su arquitectura, historia, gastronomía y paisajes.
Al llegar a la Blanca Mérida, con una puntualidad sorprendente, los pasajeros del Tren Maya también pudieron disfrutar de una terminal ferroviaria de primerísima calidad, higiénica y ordenada.
La conectividad hacia el Centro Histórico también es aplaudible, ya que en la puerta de la central de trenes uno aborda el famoso transporte público “Va y Ven” y por tan sólo 45 pesos uno es trasladado al corazón de la ciudad.
Quizá sea por el puente vacacional, pero lo cierto es que el Tren Maya lucía a su máxima capacidad. Considero que, con el paso del tiempo, la gente optará más por este medio de transporte que por el propio autobús.
Ambos cobran casi lo mismo y hacen las mismas horas de traslado. Quizá es un poco más económico el tren, pero unos cuantos pesos de ahorro siempre será bien agradecido por todos.
En conclusión, si me preguntan si valió la pena viajar en el Tren Maya, con toda seguridad les podría decir que sí, que es digno de un país de primera contar con un medio de transporte que conecte a hermosas e importantes ciudades mayas del país.
Ahora bien, hay que poner sobre la mesa la parte negativa de este proyecto presidencial que no deja de calar a muchos mexicanos, por múltiples factores, entre ellos el ambiental.
La construcción del Tren Maya generó una significativa deforestación en la Península de Yucatán, en los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche.
De acuerdo con un estudio del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (Ccmss), entre 2019 y 2023 se perdieron 5 mil 610 hectáreas de selva debido a las obras en los tramos 5, 6 y 7 del proyecto presidencial.
Un análisis de CartoCrítica indica que, hasta junio de 2023, se habían deforestado al menos 6 mil 659 hectáreas de selva en total por las obras del Tren Maya, de las cuales 87 por ciento carecía de autorizaciones de Cambio de Uso de Suelo en Terrenos Forestales (Custf).
En términos más amplios, la Península de Yucatán perdió 285 mil 580 hectáreas de selva entre 2019 y 2023, siendo el Tren Maya uno de los factores que contribuyeron a esta pérdida. Estos datos reflejan el impacto ambiental significativo del proyecto.
Aquí lo que se tendría que discutir y valorar es si valió la pena construir esta emblemática obra presidencial. Así de sencillo. Los mexicanos tendrían que preguntarse, haciendo una ponderación comercial y cultural, si la parte negativa pesa más que la positiva o viceversa.
En lo personal me gustó muchísimo viajar en el Tren Maya, lo disfruté a lo grande, pero siempre daré extrema prioridad a la parte ambiental, que es lo único que podrá salvar a nuestro planeta, a la presente y futuras generaciones. Sólo el tiempo dará una respuesta clara y contundente.
@elmerando
