Por KUKULKÁN
EN LA JUNGLA morenista ya no hay santos, ni vírgenes, ni mártires. Lo que hay es un festín en plena ebullición, con banquetazo de egos, traiciones y un menú de platos reciclados del PRI y del PAN, aderezados con la sal de la incongruencia y el vinagre de la ambición.
MIENTRAS Claudia Sheinbaum manda cartitas floridas a la militancia, dirigencia y autoridades de los tres niveles de gobierno, rogándoles que no olviden los orígenes puros del movimiento, en los sótanos del poder ya se están repartiendo las botellas de champán… importado del viejo sistema político que supuestamente iban a desterrar.
AHÍ ESTÁ el caso del senador Yunes, que sin pena ni gloria cambió su camiseta blanquiazul por la guinda de la esperanza. No por convicción, claro, sino por conveniencia: se subió al barco de la reforma judicial como quien cambia de mesa en una cena para acercarse al postre. Y a Morena le pareció excelente idea invitarlo al pastel.
Y ESO no es lo peor. Lo más preocupante es la reacción de los fieles morenistas, esos que todavía se creen arcángeles de la cuarta transformación. Desde sus púlpitos estatales gritan traición, piden pureza, exigen moral y se retuercen de furia al ver que los cargos se reparten entre exgobernadores, exsenadores, extodo del PRI y del PAN. Pero, ay, nadie se atreve a decir en voz alta lo que ya es evidente: Morena se está comiendo a sí mismo con cubiertos prestados.
PORQUE en los estados donde se avecinan elecciones, el canibalismo político no es una metáfora, es el plato fuerte. En Veracruz, Morelos, Chiapas y otros santuarios de la Cuarta, los verdaderos militantes están siendo desplazados por operadores de las viejas estructuras priistas y panistas, que ahora se pintan de guinda, pero siguen oliendo a tricolor rancio y azul deslavado. Lo peor: no llegan solos, traen consigo todo el aparato clientelar que juraron destruir.
¿DÓNDE quedó la pureza del movimiento? ¿Dónde están los militantes que caminaban bajo el sol repartiendo volantes mientras los ex priistas estaban en oficinas con aire acondicionado operando fraudes? Ahora, los que fueron rechazados por corruptos en su partido de origen, son recibidos con alfombra roja en Morena. Y los de casa, a ver si alcanzan un hueso en el festín.
CLAUDIA Sheinbaum, con su tono maternal y doctrinario, pidió evitar el nepotismo, la ostentación y las campañas adelantadas. ¿Y qué recibió a cambio? Caravanas con camionetas blindadas, cargos para ex priistas cuestionados, y una dirigencia nacional que aplaude todo como focas entrenadas. El discurso de la austeridad está siendo devorado por el espectáculo de la incongruencia.
PERO no nos hagamos los sorprendidos. Desde que Morena decidió crecer sumando estructuras del viejo régimen, el idealismo quedó en el fondo del cajón. Lo que ahora importa es ganar a toda costa, y si para eso hay que aliarse con ex enemigos, pues se hace. La transformación va, aunque tenga que ser maquillada con base del siglo pasado.
BAJO este contexto, el llamado a la unidad de Luisa María Alcalde suena más a desesperación que a liderazgo. Los verdaderos morenistas —los que sí creen que esto iba a ser diferente— ven cómo su partido se convierte en una mezcolanza de oportunistas, reciclados políticos y traidores sin pudor. Y lo peor es que no pueden hacer nada sin ser tachados de divisionistas o, peor, de conservadores infiltrados.
ASÍ QUE el canibalismo en Morena es inevitable, pero a la vez necesario para sobrevivir en esta jungla electoral. Porque si algo ha demostrado la política mexicana es que el poder no transforma a las personas: sólo revela quiénes estaban esperando la oportunidad para sentarse en la mesa, aunque tengan que devorarse entre ellos. Buen provecho.