- En colegios y escuelas públicas de Nuevo León “digerir” los nuevos lineamientos para comida saludable ha sido difícil.
STAFF / AR
MONTERREY, NL.- En colegios y escuelas públicas de Nuevo León “digerir” los nuevos lineamientos para comida saludable ha sido difícil y, en ocasiones, lento.
Luego de que entraran en vigor el 29 de marzo, hubo institutos particulares que inmediatamente acataron medidas, pero otras las implementaron hasta el mes pasado.
Una observación generalizada entre mamás y directivos consultados, y que optaron por el anonimato, es la confusión y dudas acerca de lo que sí o no está permitido vender y consumir al interior de las escuelas, además de una falta de comunicación efectiva desde la SEP y la Secretaría de Educación del Estado.
Bárbara contó que en el colegio de su hijo fue el mes pasado cuando el director repentinamente les notificó que ya no se permitía una lista de alimentos con sellos de exceso de azúcares, calorías y grasas, pero que algunos papás veían como necesarios, como barritas o jugos.
Incluso, a pesar de que la nueva política de comida saludable se enfoca en la preparación y venta de alimentos, no en el consumo, la lista de alimentos prohibidos en este colegio incluía pasteles para festejar el cumpleaños de alguno de los estudiantes con sus compañeros.
“Hay preocupación sobre cómo ajustar las loncheras, sobre qué productos poner, sobre cómo encontrar opciones saludables para sus hijos”, contó la mamá.
“Creo que este cambio es positivo, y los papás lo sabemos, pero ha sido un poco extremo; o se tradujo en el colegio en lineamientos extremos, no sé cómo sea en otros colegios”.
INTERPRETACIONES DIFERENTES
Para la directora de un colegio en San Pedro han sido confusas las diferentes formas de interpretar los lineamientos por parte de las autoridades educativas.
Su institución, que tiene preescolar, primaria y secundaria, está a cargo de una supervisora escolar de la Secretaría de Educación diferente para cada nivel. Esto resulta en tres autoridades distintas y cada una con una opinión sobre los alimentos que se pueden vender o no al interior del colegio.
Una supervisora ha sido tajante en prohibiciones de algunos alimentos, pero otras han mostrado flexibilidad con los mismos productos.
“Hay tres visiones diferentes. Una te dice ‘quita la salchicha, no puedes tener hot dogs’, pero la otra te dice ‘no pasa nada'”, ejemplificó la directora.
“Por eso la implementación ha sido dura para algunos colegios. Hay que tener una base educativa clara para que la implementación sea muy clara y que no venga una y te diga una cosa, y luego venga otra y te dice otra”.
Algunos colegios dijeron tener ya varios años de promover la comida saludable. Aún así, realizaron algunas modificaciones.
“Nosotros como colegio desde hace tiempo que eliminamos alimentos ultraprocesados o alimentos chatarra, como papitas, fritos y todo eso”, relató una directora.
“Pero sí teníamos algunos alimentos, por ejemplo, pollo empanizado y otros que, hemos eliminado”.
PERCIBEN CAMBIO DRÁSTICO Y RADICAL
En otro colegio de la zona Cumbres, la directora aseguró que su tiendita ya no vendía ni jugos, ni papitas, ni frituras, pero los alumnos, como parte de un proyecto de educación financiera, sí lo hacían entre sus compañeros, a quienes vendían chocolates, taquitos de harina, y dulces.
“Y vendían muy bien”, contó.
Pero esta práctica desapareció.
Directivos de otros colegios han comentado que, además de la resistencia al cambio que perciben en sus respectivas comunidades educativas, en ocasiones es más caro y complicado preparar un menú con opciones saludables.
“Muchos experimentaron un cambio muy drástico de un día para otro. Por ejemplo, un colegio comentó que la Coca-Cola llegó a retirar los refrigeradores que tenían concesionados en su tiendita escolar”, dijo un directivo.
Otra madre de familia calificó de “radical” el cambio en la oferta de alimentos en el colegio.
“Ya manejaban algunas cosas nutritivas, pero el cambio sí fue radical, todo lo que es galleta, papitas, esas cosas que les gustan a los niños, las quitaron.
“Cuando entraron en vigor dijeron ‘A partir de este día ya no se puede vender … y era una lista larga de cosas”.
Mamás y directivos coincidieron en que es un cambio que se requiere en México, pero que debe darse en conjunto con una transformación cultural también en casa, y el impulso al ejercicio y a la actividad física.
ESCUELAS PÚBLICAS, RETO MAYOR
La transición de vender comida “chatarra” a saludable en las cooperativas de escuelas públicas ha sido todo un reto para maestros, padres de familia y alumnos.
En general, la prohibición de vender frituras, dulces, comida rápida y refrescos ha sido bien recibida en los planteles escolares, pero su implementación es difícil, pues los estudiantes aun no se acostumbran a las frutas y a los alimentos integrales.
Adriana Oviedo, directora de la Escuela Primaria Cuauhtémoc, en Guadalupe, explicó que fue un cambio difícil, sobre todo porque los alumnos no querían la comida saludable.
“En nuestro comedor escolar quitamos los dulces y las papitas”, recordó, “al inicio fue muy pesado porque noviembre, diciembre y enero las ventas (de la cooperativa) se fueron para abajo, los niños preguntaban por dulces, por papitas, incluso algunos los traían desde su casa.
“Se vendían apenas tres tostadas horneadas o un lonche integral (por día) porque los niños traían su lonche, fue todo un reto el cambio, la cooperativa vendía apenas un 20 por ciento de lo que estaba vendiendo antes”.
Deyanira Martínez, presidenta de la Mesa Directiva de la Primaria Alfredo Esparza Velázquez, en San Nicolás, señaló que la medida ha sido bien aceptada por la comunidad, pero hay padres de familia que envían a sus hijos con lonches poco nutritivos y contra eso no pueden hacer nada.
“Por un lado está bien que desde ahorita se pueden prevenir problemas de obesidad por la comida la chatarra”, dijo, “sin embargo, hay muchos papás que trabajan y a veces no les alcanza el tiempo para echarles lonches nutritivos”.
Uno de los retos más difíciles de superar para lograr una alimentación más saludable es la venta de comida chatarra de vendedores ambulantes y de vecinos del sector, coincidieron maestros y padres de familia.
“Es imposible regular eso”, afirmó Joaquín Chávez, maestro de la Primaria Alfredo Esparza, “además, hay que recordar que ese es el trabajo diario de muchas personas como para quitarlos de un día para otro.
“A los vendedores se les solicita que no se pongan en la acera de la escuela, pero al final de cuentas es la fuente de trabajo de ellos y ya queda a consideración de los padres de familia si les compra o no”.
Daniel Mendoza, padre de familia de la Primaria Mariana Jiménez, en Monterrey, consideró que la idea es buena, pero si lo que se busca es reducir la obesidad y otras enfermedades, es insuficiente, pues es responsabilidad de la familia la alimentación de sus hijos.
“Creo que no sirve de mucho porque al final de cuentas los niños comen en casa y ahí ya es responsabilidad de los papás”, dijo, “de nada sirve que aquí les den frutita si más tarde les damos tacos, tamales, cocas o papitas”.
