Elmer Ancona Dorantes
Recuerdo que cuando el presidente Vicente Fox preguntó al inicio de su sexenio en quién podría confiar en la lucha contra el crimen organizado, sus principales asesores respondieron sin vacilar: en la Marina.
Por aquellos tiempos, ya se escuchaba en los pasillos del poder que altos mandos de la Secretaría de la Defensa ya no eran tan confiables en la lucha contra la delincuencia desatada en el país. Y eso, en verdad, dolía mucho.
La Marina, además, tenía una base de datos y un sistema de Inteligencia Militar sofisticado, envidiable, capaz de rastrear y detectar a los capos más encumbrados en el país. Su mapeo era confiable, igual que su trabajo.
Llegaron los sexenios de Felipe Calderón y Ernesto Peña Nieto y ese mismo prestigio institucional se mantuvo, más allá de que los cárteles de la droga compraban conciencias y puestos de alto rango como les daba la gana. La Marina era la Marina.
Todo comenzó a pudrirse en su interior cuando llegó la Cuarta Transformación. Lamentable decirlo, pero es la verdad; la producción y distribución de metanfetamina y el robo de hidrocarburos -incluyendo el llamado huachicol fiscal-, se dispararon como nunca.
Pero esa no es la novedad; de tiempo atrás se sabía que los jefes policiales de los estados eran quienes protegían y custodiaban a los huachicoleros locales que utilizaban pala y pico para extraer gasolina.
Lo nuevo aquí -de acuerdo con informes periodísticos- es que altos mandos de la Secretaría de Marina se convirtieron en los principales compradores y distribuidores del huachicol en el país. Y nadie hizo nada.
El Almirante José Rafael Ojeda Durán, secretario de Marina durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, enmudeció por completo, sólo se le veía lanzando odas y aplausos a la 4T como cualquier vulgar político.
Ya se había publicado que los capos del Cartel de la Barredora se disputaban el control del combustible sucio en todo el Golfo de México, desde Tabasco hasta Tamaulipas.
Y ya se sabía que importantes políticos de esa localidad, hoy senadores de la República, y funcionarios del Gabinete federal, estaban “hasta el cuello” involucrados con el robo de los hidrocarburos.
Los órganos de Inteligencia de Estados Unidos informaron con mucha anticipación que importantes líderes de Morena estaban metidos hasta el fondo en este delito que, por supuesto, impactaba directamente a la Unión Americana.
Lo relevante del caso es que se reveló que altos mandos de la Secretaría de Marina son los cabecillas, los promotores de este delito internacional, justo después de la visita de Marco Rubio a la presidenta Claudia Sheinbaum.
¡Madres! Es aquí cuando recordé que recientemente el presidente Donald Trump dijo púbicamente que México hace lo que Estados Unidos le indica.
Por lo pronto cayeron vicealmirantes, contraalmirantes y capitanes de la Semar, eso sin contar a los marinos de alto rango que fueron brutalmente acribillados por haber denunciado estos actos de corrupción donde, sin lugar a dudas, están involucradas directamente más cabezas.
El Almirante Ojeda Durán, ex secretario de Marina, tendrá mucho que declarar al respecto en este escandaloso caso internacional.
No sólo porque sus sobrinos estaban metidos “hasta las manitas” en este delito del huachicoleo, sino porque él los encumbró, él les dio estas posiciones, y toda la corrupción se desató durante su administración inmersa en el nepotismo.
En pocas palabras, Ojeda Durán provocó este desprestigio contra la gloriosa institución por haber actuado de manera omisa -aparte de sumisa-, por haber callado, por no haber denunciado oficialmente este bochornoso escándalo.
¿Por qué se corrompió la Marina? Mi primera hipótesis es muy clara: porque alguien de muy arriba, con toda seguridad, les ordenó hacerlo, sin medir las consecuencias para el cargo y para la institución. Esto aunado a la ambición personal.
Las carretadas de dinero que salieron de las industrias de la metanfetamina y del huachicol, -ambas vinculadas-, no sólo financiaron campañas políticas en los gobiernos estatales, en los municipios, en las cámaras legislativas locales y federales, sino que embruteció a quienes operaban este jugoso negocio.
Tuvo que venir el Secretario de Estado norteamericano para poner un “hasta aquí” a una administración que nació corrupta y que morirá de igual forma, poco a poco, lentamente.
¿Por qué se corrompió la Marina? Por órdenes expresas de los jefes máximos, porque la indicación expresa fue “balazos, no balazos”, que en otro plano se entendería como “apapachen a los delincuentes”. La Marina quedó atrapada en un sexenio, en un movimiento, y olvidó su eternidad.
Falta mes y medio para que la amenaza de los aranceles sea una realidad en México, esto si no se cumple a cabalidad las peticiones que el gobierno de Estados Unidos planteó al de México.
Con toda seguridad caerán más cabezas, con toda seguridad habrá más homicidios disfrazados de suicidios. El show apenas comienza.
@elmerando