Seguridad nacional de EU: la paz a través de la fuerza

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José Réyez

La Estrategia de Seguridad Nacional de Trump 2025 puede resumirse en: Soberanía, Fuerza e Intervencionismo como Pilares de un Nuevo Orden Mundial bajo liderazgo estadounidense.

Más allá de políticas concretas, el documento encarna una nueva filosofía de poder renovada, balo el principio de “Paz a través de la Fuerza”, justifica una fortaleza abrumadora como la mejor herramienta diplomática.

La “Primacía de las Naciones” rechaza el multilateralismo intrusivo y reivindica al Estado-nación como el actor fundamental.

La Casa Blanca publicó la Estrategia de Seguridad Nacional que no sólo resume los “logros” del segundo mandato de Donald Trump, sino que también traza un rumbo radicalmente diferente para Estados Unidos en el mundo.

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El documento no es sólo un plan de gobierno; es la declaración de un nuevo conservadurismo nacionalista que busca redefinir, desde la posición de fuerza que reclama, el lugar de Estados Unidos en el siglo XXI.

El mundo, acostumbrado durante décadas a un hegemón más o menos liberal, observa ahora el surgimiento de un hegemón soberanista, dispuesto a liderar, pero sólo en sus propios términos.

El documento, de tono triunfalista y pragmático, se presenta como una corrección necesaria tras décadas de lo que califica como “errores estratégicos” de las élites políticas.

Bajo el lema “América Primero”, la administración Trump articula una visión donde la soberanía nacional, la fuerza militar y el intervencionismo se erigen como los pilares de una nueva era de paz y prosperidad liderada por Estados Unidos.

El documento hace una crítica frontal a las estrategias posteriores a la Guerra Fría, acusándolas de haber perseguido una “dominación global” imposible y costosa, mientras descuidaban los intereses fundamentales de Estados Unidos.

Según la administración Trump, la priorización de la globalización, el libre comercio y el entramado institucional internacional debilitó la base industrial estadounidense, sobrecargó a los contribuyentes y expuso al país a amenazas como la migración masiva y la competencia económica desleal.

La “corrección” impulsada por Trump se basa en una definición restringida y enfocada del interés nacional. Ya no se trata de promover la democracia o los derechos humanos en el mundo, sino de garantizar la seguridad, la prosperidad y la independencia de Estados Unidos.

Este realismo flexible, alejado de ideologías tradicionales, justifica, por ejemplo, mantener relaciones con gobiernos no democráticos si estos colaboran en áreas de interés común, como la lucha contra el narcotráfico o la estabilidad energética.

Migración, fuerza militar y reindustrialización

Entre las prioridades inmediatas destaca el fin de la era de la migración masiva. El documento afirma que la seguridad fronteriza es “el elemento primordial de la seguridad nacional” y compromete el uso de la fuerza militar, incluido “el uso de fuerza letal”, para derrotar a los cárteles y proteger la frontera.

Esta postura se enmarca en una visión más amplia donde cada nación tiene el derecho soberano de controlar quién entra en su territorio.

En el ámbito militar, se promete mantener las fuerzas armadas más poderosas y tecnológicamente avanzadas del mundo, con una inversión de un billón de dólares y el desarrollo de un “Domo Dorado” de defensa antimisiles.

La disuasión nuclear y la modernización de las capacidades cibernéticas y espaciales son centrales. Sin embargo, se subraya que Estados Unidos ya no cargará sola con la defensa de sus aliados.

El “Compromiso de La Haya”, que eleva el gasto en defensa de los países de la OTAN al 5% de su PIB, es presentado como un logro histórico para redistribuir responsabilidades.

La seguridad económica es otro eje crucial. Se promueve la “reequilibración” comercial mediante aranceles, la relocalización de cadenas de suministro críticas y una reindustrialización agresiva, especialmente en sectores tecnológicos y de defensa.

El documento rechaza explícitamente las políticas de “cero neto” y cambio climático, tachándolas de “desastrosas ideologías”, y apuesta por la dominación energética a través de combustibles fósiles y energía nuclear.

La estrategia prioriza tres regiones, dejando claro que no todas merecen la misma atención:

El Hemisferio Occidental y el “Corolario Trump”: Se reafirma la Doctrina Monroe con una nueva versión agresiva. Estados Unidos buscará excluir a potencias extra-hemisféricas (una clara referencia a China) de tener influencia militar o control sobretivos estratégicos en las Américas.

La política se centrará en “alistar” aliados para controlar la migración y el narcotráfico, y “expandir” la influencia económica estadounidense.

Asia: Competencia Económica, Evitación del Conflicto Militar: El documento reconoce el fracaso de la política de engagement con China y aboga por una competencia económica feroz pero buscando evitar la confrontación militar directa.

Se prioriza la construcción de alianzas en el Indo-Pacífico, la protección de la propiedad intelectual y la disuasión militar, especialmente en torno a Taiwán y las rutas marítimas del Mar de China Meridional. El objetivo declarado es “ganar el futuro económico” mientras se mantiene un equilibrio militar favorable.

Europa: Autonomía y Recuperación Civilizatoria: Se expresa una preocupación profunda por el declive demográfico, cultural y económico de Europa, atribuido a políticas migratorias, regulaciones asfixiantes y la erosión de la soberanía por parte de la UE.

La estrategia estadounidense busca que Europa “recupere su confianza en sí misma” y asuma la responsabilidad principal de su propia defensa, liberando a Estados Unidos de esa carga. Se propone negociar un fin rápido a la guerra en Ucrania para restablecer la estabilidad con Rusia.

Oriente Medio y África aparecen como regiones de interés secundario. En Oriente Medio, se da por descontada la disminución de la dependencia energética y se celebra la debilidad de Irán tras la “Operación Martillo de Medianoche”.

Se busca consolidar los Acuerdos de Abraham y convertir la región en un espacio de colaboración e inversión. Para África, se propone un viraje desde la ayuda exterior hacia alianzas comerciales centradas en recursos críticos y energía, con una presencia militar limitada.

El “Realismo Flexible” permite alianzas circunstanciales sin condicionamientos ideológicos. Y el “Trabajador Proestadounidense” coloca el bienestar de la clase media industrial en el centro de la política económica exterior.

En conclusión, la Estrategia de Seguridad Nacional de 2025 marca un punto de inflexión histórico. Es un manifiesto para un Estados Unidos que se reasume roles de gendarme global, pero se concentra también en su fortaleza nacional.

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