El problema de Sheinbaum: la comunicación

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Elmer Ancona Dorantes

Entiendo a la perfección que en la izquierda internacional los propagandistas utilizan la retórica como un elemento narrativo útil para enviar sus mensajes, para plantear lo que quieren comunicar.

Esa retórica discursiva es un elemento muy viejo, pero les ha dado resultados espectaculares por algunas razones: primero, porque propagan y recalcan, una y otra vez, la idea central que quieren posicionar.

Para muchos, es aburrido escuchar a un político o un ideólogo de izquierda (intelectuales orgánicos) dar un discurso, porque no salen de la misma idea en cada expresión que tienen.

Por ejemplo, pueden repetir el concepto “maldito capitalismo” o “desgraciados neoliberales” cinco veces en tan sólo tres minutos. El objetivo es “sembrar” en el subconsciente de los escuchas -de las audiencias- lo que quiere que sea escuchado.

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En el caso de México tenemos dos claros ejemplos: el de Andrés Manuel López Obrador y el de Claudia Sheinbaum. En sus conferencias pueden utilizar todo el santo día -la venerable mañana- para hablar mucho y decir nada.

No obstante, debemos reconocer que al menos al ex Presidente le dio resultados, se echó a la bolsa a miles de mexicanos que querían saber lo que planteaba. Querían escucharlo.

Creo que a Claudia Sheinbaum no le está dando tan buenos resultados. En estos pocos meses que lleva gobernando, ha cometido errores discursivos inconcebibles que han puesto en duda su capacidad para gobernar.

Y no es que sea mala Presidenta -estoy muy alejado de plantear eso-, sino que, simple y llanamente, tratar de copiar el discurso y la narrativa de su ex jefe no le queda.

Vámonos por partes. Todo lo que un discurso socialista, fascista o nazista logra en corto periodo, se derrumba de un momento a otro también de manera espectacular. Hay muchos casos en Latinoamérica.

¿Por qué? Porque la demagogia, la mentira, la palabrería no le gusta a la gente. Por ejemplo, prometer que bajará drásticamente el precio de la gasolina cuando, por el contrario, sube, es una mentira.

Decir que los homicidios en México bajan considerablemente cuando la gente de a pie sabe que siguen desapareciendo personas, es una mentira. Pregúntenle a las Madres Buscadoras. Hay muertos y desaparecidos por todas partes en este país, día con día.

Y decir que se acabará la corrupción, pero al abrir los ojos la gente corrobora cómo viven los gobernantes de hoy -muy al estilo de la administración de Peña Nieto-, también es una gran mentira.

La propaganda gubernamental, per se, siempre va a ser equívoca a largo plazo; en el corto tiempo puede tener éxito y resultados, pero en el largo plazo termina derrumbándose.

Lo que yo propondría a la presidenta Sheinbaum es fácil y nada complicado: cambiar drásticamente su línea discursiva (cotidiana), transformar su narrativa (largoplacista) y hablar como ella misma y no como su ex patrón.

Lo primero que haría sería cambiar a todo su equipo de comunicación social, y a uno que otro asesor, porque hasta ahora la están hundiendo. Y es verdad. Todo lo que le han recomendado decir la ha encaminado a confrontarse con Estados Unidos. Y es sólo un caso.

Sus entrenadores en comunicación saben bien que no les está dando resultado. Afortunadamente, en la reunión del G7 el presidente Donald Trump canceló el diálogo binacional con la Mandataria mexicana, supuestamente porque tuvo que regresar a su país para atender los ataques entre Irán e Israel (¿habrá sido un desplante?).

¡Qué bueno que fue así, porque de haberse dado el encuentro, el rudísimo Trump la hubiese puesto contra la pared por el caso de los migrantes méxico-norteamericanos a los que -cree o le dijeron- está alborotando la Presidenta de México!

Y qué bueno que no fue Kristi Noem al G7 porque se la hubiese acabado de forma poco diplomática, con esas garras de águila que tiene y que ha mostrado con fuerza en toda ocasión.

En cuanto a la reforma al Poder Judicial y nombramiento de jueces, magistrados y ministros, Sheinbaum también tiene que transformar el sentido de lo que dice. Ni los indígenas se creen lo del nivel de excelencia del próximo presidente de la Suprema Corte. Esa historia de la reencarnación de Benito Juárez, ya no es vendible.

Claudia Sheinbaum, a la de ya, tiene que comenzar a cambiar de rumbo en la parte discursiva-narrativa, si es que quiere salir bien librada.

En tremendo problema se va a meter cuando se refiera, cuando hable una vez más, de los capos del narcotráfico, hoy solicitados, demandados, exigidos por la Administración Trump. Y vaya que faltan más “Chapitos” por caer por lo que el Gobierno de Estados Unidos ofrece sumas millonarias.

A Claudia Sheinbaum le falta un buen entrenador mediático que le diga por dónde ir al momento de hablar, pero no tiene que ser de izquierda porque, con toda seguridad, la llevará al despeñadero. Tiene que ser alguien imparcial.

El talón de Aquiles de Sheinbaum Pardo es hoy la comunicación. La propaganda no le va, no le ofrece nada bueno. De seguir así, las consecuencias vendrán solitas. Y si no, tiempo al tiempo.

@elmerando

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