- Rubens Ricardo Franz y Lito Luis Porto, figuras de la masonería, deben comparecer ante la FGE.
STAFF / LUCES DEL SIGLO
CANCÚN, Q. ROO.- El murmullo elegante del salón principal del Hotel Emporio cesó abruptamente y se transformó en un silencio tenso, casi irreal. Eran pasadas las 20:00 horas y la noche, que hasta hacía unos minutos atrás transcurría entre apretones de mano, abrazos y conversaciones diplomáticas, dio un giro inesperado: agentes ministeriales de la Fiscalía General de Quintana Roo hicieron acto de presencia.
Sin anunciarse, y con la autoridad que impone un citatorio judicial, se abrieron paso entre los asistentes para dirigirse directamente a dos figuras centrales de la masonería continental: Rubens Ricardo Franz y Lito Luis Porto Porto. Las miradas se cruzan, los teléfonos comienzan a grabar discretamente. El ambiente de cordialidad se desvanece.
Los agentes llevaban en mano los citatorios. Franz y Porto se negaron a recibir el documento y se dirigieron de prisa a sus habitaciones, pero ambos personajes están obligados a comparecer este viernes a las 12:00 horas ante la Fiscalía General del Estado.

Los documentos exigen que se presenten con sus respectivos abogados, bajo señalamientos de extrema gravedad: extorsión, amenazas, intimidación y corrupción.
La noticia recorre el recinto como una ráfaga. No es un evento común. Rubens Franz, secretario ejecutivo de la Confederación Masónica Interamericana (CMI), y Lito Porto, su presidente, han sido denunciados por miembros prominentes de la masonería mexicana.
Se habla de una estructura de poder que habría sobrepasado los límites de la ética y la legalidad para controlar territorios masónicos, manipular logias y lucrar indebidamente con inmuebles y membresías.
La sorpresa se convierte en escándalo cuando se revela que Franz enfrenta ya procesos judiciales en Brasil. Documentos y testimonios lo vinculan con una red de corrupción que trasciende fronteras y que, según los primeros indicios, ha operado con impunidad en varios países de América Latina.
A medida que la noche avanza, a algunos asistentes fueron retirándose en silencio; otros, incrédulos, comentaban en voz baja las amenazas personales que han recibido, las campañas de desprestigio, los intentos de coacción. Lo que parecía una estrategia de control, hoy toma forma de persecución interna.
Firmas legales internacionales ya intervienen para cuantificar daños patrimoniales y morales. La batalla apenas comienza. La Fiscalía ha hecho su jugada, y ahora, la masonería mexicana observa, en espera de justicia.