Fernández Noroña, Nerón y sus locuras

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Elmer Ancona Dorantes

Nerón Claudio César Augusto Germánico, mejor conocido como “Nerón”, fue emperador del Imperio Romano desde el año 54 de la era cristiana hasta su muerte; obtuvo el trono tras el fallecimiento de su tío Claudio, quien lo adoptó y lo nombró su sucesor en detrimento de su propio hijo.

Su ambición por el poder y los profundos miedos que tenía eran tales, que mandó ejecutar a cientos de personas, incluyendo a su propia madre y a su hermanastro.

Cuenta la historia que mientras Roma ardía en llamas -incendio provocado por él-, tocaba apaciblemente la lira.

Además, como nadie en la historia de la humanidad asumió un odio tal contra los cristianos que los persiguió hasta el cansancio y los llevó masivamente a la muerte, al sacrificio.

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En México, -y no es chiste ni pretende serlo-, hay políticos que tienen las mismas características que las del emperador romano. Uno de ellos, sin lugar a duda, es Gerardo Fernández Noroña.

El presidente del Senado, de manera puntual y clara, reúne algunas características de las cuales disfrutaba y se deleitaba Nerón:

Es egocéntrico, posee una preocupación excesiva por su imagen y fama; es manipulador, goza el poder y las intrigas para controlar su entorno; tiende a ser cruel, al burlarse del dolor ajeno.

También es paranoico, al mostrar una desconfianza constante hacia su círculo cercano, lo que lo ha llevado a actuar con violencia, sobre todo verbal.

Es caprichoso, ya que constantemente toma decisiones impredecibles, a menudo basadas en impulsos personales más que en razones de Estado; es narcisista, al creerse un ser excepcional, digno de adoración y reconocimiento público.

Su pequeño reinado en el Senado de la República se asocia comúnmente a la tiranía y la extravagancia.

Quién no recuerda aquella frase o expresión que hizo en plena pandemia, cuando no toleraba las críticas hacia Hugo López Gatell, por las decisiones erráticas que tomó para “proteger” a la población.

“Qué les preocupa? Si se mueren van a ver a su Dios”, dijo Fernández Noroña a los críticos del sistema, al referirse a los miles de muertos que comenzaban a darse en el país a causa de este flagelo.

Otro caso: más allá de lo insensible ¿acaso no fue cruel e inhumano obligar a un ciudadano a ofrecerle una disculpa pública en tribuna, por una desafortunada expresión que tuvo hacia su persona en la sala de espera de un aeropuerto? ¿Era necesario humillarlo ante la sociedad?

En el reciente viaje que hizo a Italia para participar en la Segunda Conferencia Parlamentaria sobre Diálogo Interreligioso, se regordeó ante los micrófonos para decir que en México predomina un clima de tolerancia, cuando no es verdad.

Tan intolerante es el senador que impidió, a toda costa, que Marko Cortés participara en esa reunión interparlamentaria, porque sabía que el legislador panista destaparía la cloaca que predomina en algunos estados del país. La fama y el poder tenía que caer únicamente en su persona, como líder del Senado.

“Traigo un peso en mi corazón que me sobrepasa, que no puedo con él solo: soy de las pocas voces que ha alzado la voz en el país en contra de lo que está sucediendo en el pueblo palestino”, dijo ante los parlamentarios del mundo ¿Hasta dónde llega su egocentrismo?

Además, ¿con qué derecho representa a todos los mexicanos, ataviado con una kufiya, para apostar de manera parcial y desequilibrada por un pueblo que tanta culpa tiene de la violencia y muerte generadas, como la de su contrario?

¿En verdad el senador morenista quiere -una vez más-, confrontar a México con el gobierno de Estados Unidos que sabe dónde pisa, por quién apuesta y a quien defiende?

Gerardo Fernández Noroña abrió su intervención en Roma, que no duró más de tres minutos y medio, aclarando que era ateo en un país mayoritariamente católico.

“Y a pesar de ser ateo, sostengo que hay que darle la mano al hermano, a la hermana, hay que ayudar al que sufre, hay que apoyar al necesitado”, dijo ¿Y por qué no hace todo eso en México, apoyando a las madres buscadoras que de manera desesperada quieren encontrar a sus seres queridos? ¿Por qué las desaira tanto?

¿Acaso para el senador de Morena es más importante Palestina o Israel que su propio país? Habría que hacer un recuento de la sarta de tonterías que ha dicho en cuanto a los ataques a la libertad de expresión en México, o respecto a la desaparición de tantos activistas.

Lo digo, sin lugar a dudas: Gerardo Fernández Noroña tiene todas las características que investían a Nerón, el cruel emperador romano; es un ser extremadamente peligroso para la República.

No hay que darle más poder del que ahora tiene, un poder heredado por López Obrador que lo colocó en posiciones políticas inimaginables. Darle más poder significaría colocarle el laurel en la cabeza y ponerle una lira en sus manos.

Y es lo que no queremos los mexicanos: un Nerón capaz de incendiar a la República con tal de sentirse glorificado.

@elmerando

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